Decía Menotti (entrenador argentino) que el fútbol es tan agradecido que evitó que Bilardo (entrenador argentino eterno rival) se dedicara a la medicina. Esta declaración de intenciones la comparto, no en cuanto a las críticas a su oponente, pero sí en cuanto a la defensa que hace del fútbol, en el que por suerte y desgracia cabemos todos.

Desgracia porque empieza a convertirse en refugio para el violento por violento, el radical, el extremista, el maltratador, el infeliz. Refugio en el que el árbitro, estando habilitado para suspender un partido al primer insulto, acepta su condición de diana, pues sabe que así evitará males mayores en el estadio, en la calle y en casa. Todos entendemos que asistir a un partido hoy es una opción de diversión, pero también un acto de valentía, pues más de uno no lo entiende y vierte sus miserias sobre este noble juego. Es triste querer asistir con tu hijo futbolero y que éste no acepte la invitación por miedo. Cómo explicárselo. No debe ser admitido que unos pocos revienten la diversión del resto.

Quizás el espectáculo deba hacerse un poco más selectivo, no por ello más elitista, en detrimento de su condición de deporte popular. He llegado a ver cómo se reivindicaba el extremeñismo en una plaza de toros, boicoteando el espectáculo con banderas en el ruedo, y díganme qué tienen que ver los toros, fiesta nacional, con el estatuto de autonomía, salvo que prestigiosas ganaderías pacten en estas dehesas. Reconozco que erradicar la violencia es tema delicado, pero pocas veces la intuición me traiciona, cuando a ciertos grupos de aficionados prejuzgo en los accesos a los estadios como ´altercadores´, una vez dentro. Unos conocidos italianos que hasta motocicletas vieron volar de un anfiteatro a otro un partido del Calcio. Ya tienen allí una ley específica. El Espanyol-Barcelona fue un espectáculo bochornoso. Las partes se han criticado, pero ninguna ha asumido su responsabilidad.

Ya murió un niño en el mismo estadio. Los afectados no quieren ni oír hablar del fútbol ¡Cómo es posible que quien no goza de la confianza en su casa, la pueda tener en la del vecino! Afortunadamente son pocos. Aquí carecemos de grandes derbis, pero de estos ni falta que nos hacen. Miserias del fútbol. Acertado Menotti.