Cinco victorias en los últimos seis partidos, tres seguidas por primera vez en la temporada, imagen de solidez y contundencia y una plantilla obviamente mejorada con los cambios. El Cáceres 2016 empieza a sentirse cómodo y feliz consigo mismo por primera vez en la temporada, alimentado por los buenos resultados y la sensación de que puede luchar no ya por estar en los playoffs --el objetivo marcado desde el principio--, sino por codearse con los grandes de la LEB Oro. Para demostrar que puede ser así tiene esta semana dos duras pruebas que o bien le reforzarán la moral o, por el contrario, rebajarán la creciente euforia.

El miércoles llega el Leche Río Breogán, uno de esos equipos de la liga del Cáceres. Tanto es así que en caso de triunfo local, los cacereños se pondrán por delante en la clasificación, mejorando su actual noveno puesto. Incluso podrían escalar algún peldaño más dependiendo de lo que haga el Sant Josep Girona en La Laguna.

MAS DIFICIL TODAVIA Cuatro días después, el domingo, el conjunto de Gustavo Aranzana lo tendrá aún más complicado en Melilla frente al actual líder de la competición y reciente vencedor de la Copa Príncipe de Asturias. Difícil, sí, pero no tanto para un equipo que se siente especialmente a gusto fuera de casa. No pierde lejos del Multiusos desde el 18 de diciembre, cuando cayó en Ourense. Después, resolvió con éxito sus salidas a Cornellá, Girona y Tarragona.

Al progreso del equipo en casi todas las facetas del juego se une el hecho de que las últimas incorporaciones aún tienen amplio margen de mejora. A pesar de que tuvo enormes problemas con las faltas, Shawn Taggart dejó excelentes detalles en su debut, con unos números buenos (8 puntos y 5 rebotes) teniendo en cuenta que solamente jugó 12 minutos. Y Kaspars Bierzins también refuerza una rotación interior en la que hasta Diego Guaita podría recuperar bastante peso específico si se imbuye en la dinámica positiva general.

En todo caso, la coincidencia general señala a dos nombres como protagonistas del cambio: Drew Naymick y Carlos Cherry. El pelirrojo pívot norteamericano no ha dejado de crecer a medida que iba conociendo la LEB y aparece igual para resolver en ataque que para imponer respeto defendiendo la zona cacereña. Además de lograr 12 puntos y 11 rebotes, en Tarragona puso 5 tapones, 4 de ellos en el último cuarto.

En cuanto al base, se ha hecho indiscutiblemente con el timón del equipo, repartiendo juego (5 asistencias por partido) y anotando (14 puntos) con la misma facilidad, dependiendo de las circunstancias. Tras los intentos con Pavel Ermolinski --cedido ya en Islandia--, Alex González y Perico Sala, al fin parece haberse encontrado un jugador que impone su personalidad al equipo y transmite fielmente las ideas del entrenador. Y eso que todavía no se encuentra al 100% físicamente después de una larga inactividad.

"Este es el camino, pero nos queda todavía mucho por mejorar", repite Aranzana para que nadie se relaje ni se extienda el triunfalismo. Dentro de siete días habrá más respuestas.