La voz de Antonio Martínez Doblas suena más tenue que de costumbre a través del teléfono. "Que no parezca que no tengo ilusión, pero es que esto es muy difícil y aún no tengo definido qué hacer". Visto lo visto, alrededor de él han hecho piña el director general y hombre de su máxima confianza, Angel Marcos; directivos como José María Asenjo, Miguel Castro o Alejandro Holgado. Todos ellos se han conjurado para que Doblas no se sienta solo mientras piensa sobre el futuro y, al mismo tiempo, ponen en marcha la maquinaria del club para la próxima temporada.

El consejero delegado del Cacereño está pasando su peor momento desde que se convirtió en máximo accionista del club, hace justamente dos años. Sus logros deportivos son incuestionables: el equipo subió a Segunda B, donde se ha mantenido; el juvenil sigue en División de Honor; el filial puede incluso ascender a Tercera; el cadete ha sido campeón...pero el aspecto económico le ha sumido en la duda continúa. Incluso en un estado cercano al abatimiento. Tanto que suelta alguna frase que suena casi a lapidaria. "No voy a salir para que me metan 5-0 en cada partido. Si no soy capaz de tirar del carro, lo más sensato sería poner el club a disposición del ayuntamiento o de quien sepa llevarlo mejor", confesó ayer a este diario.

"Lo está dando todo, y ahí estamos con él, ayudándole. Los esfuerzos que está haciendo son grandísimos", dice Castro, que opina que no se está valorando como merece el esfuerzo que se está haciendo por parte del empresario segedano.

"Ahora será cuando se vea que los cacereños nos tenemos que volcar, no solamente él". Castro alaba la predisposición de Doblas y será uno de los que colabore en una campaña de socios que se inicia la próxima semana.

Pese a todo, Doblas cree que Cáceres puede responder "porque hay masa social". Otra cuestión son los problemas: pocos saben que, hasta hace unos meses, ha estado pagando --5.000 euros mensuales-- el autobús que adquirió Félix Campo; que cada mes aporta 6.000 tras perderse el juicio del exfutbolista Quico, además del ya famoso IBI, que le ha costado la ejecución de un aval.