Extremadura siguió en la distancia, más larga que nunca gracias a los lumbreras de la Real Federación Española de Fútbol, la final que ayer disputaba en La Palma el Puebla. Los primeros ecos del partido llegaban en forma de quejas cuando apenas se había llegado al descanso. Luego, los lamentos dieron paso a la indignación y al final fue la resignación la que se apoderó de la expedición verde.

"Once contra once hubiésemos visto qué habría pasado. Pero si juegas contra doce es imposible. La labor arbitral ha condicionado el partido de forma definitiva y la prueba más evidente es que los espectadores, canarios y por tanto neutrales, han abucheado a su paisado el árbitro", denunciaba impotente el presidente José Luis Rodríguez al pie del avión.

Félix Pedro Rivera, que ayer estaba dispuesto a arrojar la toalla, explicaba que "un manotazo dentro del área no es nada. Un agarrón, con el que han volteado a Lourdes, siendo la última defensora y también dentro, dice que no lo ha visto, las tres primeras faltas nuestras han sido tarjetas... Ya está bien. ¿Qué hemos hecho? Me estoy planteando si merece la pena seguir". Eso sí, "un diez para mi equipo por su actitud durante toda la final".