Puedo asegurar que ayer he sufrido, lo he pasado muy mal, ha sido mi peor día en este Tour. Si he resistido era por la gente. Me quedo con el público, con el muchísimo público que había en la ascensión al Peyresourde. Cuando no vas bien, agradeces el cariño de la gente. Me descolgué en Balès --¡menudo puerto!--. Atacó Kashechkin y el equipo Rabobank, para tratar de neutralizar al kazajo, impuso un ritmo infernal. Entonces ves como se van. Tratas de no ceder demasiado. No tienes ni tiempo de mirar el cuentakilómetros. No sé... debía ascender a 15 o 16 kilómetros por hora. Qué duro que se ha hecho. Ha sido la peor cima, la más difícil y complicada, que hemos afrontado hasta ahora. Quizá solo el Larrau, pueda resultar mucho más complicada de superar.

Desciendes a todo ritmo. Pero el grupo de delante hace lo mismo. No hay forma de enlazar. Vas tirando y te vas desgastando. Y entonces sucede lo peor: cuando estoy a punto de enlazar con el pequeño pelotón comandado por Rasmussen y Contador, se produce otra aceleración. Adiós. Ya estaba junto al coche rojo del director de carrera, el que marca la cola del pelotón. Eran poquísimos metros. Se ha vuelto a hacer hueco. Ya no ha habido nada que hacer.