Tate, Valero y Mandés. Esta quizá sea la más recordada alineación defensiva de la historia del Cacereño. Todos los clásicos recitan de memoria el trío. Ayer fue enterrado el segundo de los citados, un central procedente del Albarrán que echó raíces en Extremadura y que murió el jueves en Coria, donde vivía.

La muerte de Valero ha causado una gran conmoción entre sus muchos amigos del fútbol en Cáceres. Valero fue una de las referencias del Cacereño de los sesenta y setenta que, en contra de lo que ocurre ahora con cualquier futbolista de la plantilla, era capaz de llenar el estadio de la Ciudad Deportiva, ya estuviera en Tercera o en Regional. Valero fue un central que dejó huella en un club que ni en épocas malas como las que él también vivió supera la actual crisis.