Impresionados. Rendidos. Rafael Nadal los dejó a todos maravillados. A los 22.000 aficionados que ayer abarrotaron las gradas de la plaza de Las Ventas, a sus compañeros de equipo que se miraban admirados ante su exhibición tenística y a sus rivales que acabaron aplaudiéndole. Ayer el número uno del mundo redondeó una faena de maestro para guardar en la memoria de esta plaza histórica. Un triunfo a lo grande que dio el punto de la victoria ante Estados Unidos (4-1) y el pase a sexta final de la Copa Davis de España que jugará en Argentina del 21 al 23 de noviembre.

No dio opción. Tenía la eliminatoria en sus manos y no dudó en acabar con cualquier duda. En 2 horas y 12 minutos y tres sets (6-4, 6-0 y 6-4), Nadal acabó con la esperanzas americanas. Su actuación fue perfecta. Estuvo intratable. Si hubiera sido un torero habría salido por la puerta grande de las Ventas con las dos orejas y el rabo. Ni el presidente de la federación española de tenis, Pedro Muñoz, con quien no se habla y al que el manacorense no quiere ver más en el cargo después de enfrentarse de malos modos a los tenistas, que ayer acabó viendo la fiesta final de pie, en el palco, solo junto a su mujer, pero que habría sido el primero en sacar el pañuelo blanco que se utiliza para conceder esos trofeos y el azul para que diera la vuelta al ruedo, como Nadal hizo tras lograr el último punto con un magistral passing cruzado de revés que Roddick aún está buscando.

PARAR, TEMPLAR Y MANDAR "¡Rafa, eres inhumano!", le gritó un aficionado desde la grada. Nadie lo hubiese puesto en duda viéndole sobre la pista. Si había dudas del cansancio acumulado en un año espectacular, las despejó con una demostración de fuerza. "Rafa ha estado genial, lo ha hecho todo bien", decía su tío y entrenador Toni Nadal. El técnico sabía las condiciones en las que llegaba Nadal, que arrastraba una contractura en el glúteo que hizo dudar a Emilio Sánchez en alinearle hasta que el tenista aceptó jugar tras el calentamiento. Nadie lo notó.

En un ambiente en el que a otros se les arruga el brazo, Nadal recuperó al mejor Nadal de la temporada, el campeón de Roland Garros, Wimbledon y medalla de oro. Y ante un rival así, poco se puede hacer. Roddick piso la arena mojada de Las Ventas dispuesto a plantarle cara. Pero ni así. Nadal no sabe de toreo pero actuó como el mejor matador ante las embestidas de Roddick.

Parar, templar y mandar. Eso dicen los cánones de la tauromaquia y eso fue exactamente lo que hizo. Paró la salida del estadounidense, templó sus golpes y acabó mandando.

El primer break llegó en el séptimo y remató con otro en el décimo para desesperación de Roddick que después cedió siete juegos seguidos, sin saber qué pasaba, cómo podía parar el vendaval de juego que se le venía encima sin ningún tipo de miramiento. Nadal lo arrolló con golpes imposibles de derecha, de revés, a contrapié, passing shots desde cualquier posición (28 en el partido) que desbordaban sus subidas a la red. Logró hasta 60 golpes ganadores por solo 27 errores. El estadounidense no pudo hacer nada para evitar el rosco y acabó riéndose cuando pasaba por delante del banquillo español. "Decidle que me deje respirar". No hubo compasión. Nadal estaba desbocado y aunque Roddick salvó hasta cinco match balls , al sexto, con saque de Nadal, se rindió ante el maestro de la tierra.