Hace muchos años que Rafael Nadal conoce el camino hacia París, una senda de tierra que comienza en Montecarlo. La temporada de polvo de ladrillo comienza esta semana en el Principado, donde el mallorquín perseguirá su décima corona, que sería un buen presagio cara a la Décima en mayúsculas, la que podría aguardale en Roland Garros el 11 de junio.

En Montecarlo, una tierra que Nadal tiranizó entre el 2005 y el 2012 y donde recuperó la corona el año pasado, habrá bajas notables. No estará Roger Federer, que se ha borrado, ni tampoco Raonic, Nishikori, Monfils (finalista hace un año), Kyrgios, Gasquet ni Del Potro. Andy Murray se inscribió, pero llega con problemas en el codo.

«Estoy cerca de donde quiero estar, a un nivel muy alto. Siento que estoy preparado para ganar títulos», aseguró ayer Nadal, que lleva casi un año sin levantar un trofeo (Barcelona 2016), pero que ha llegado a tres finales en lo que va de año (Australia, Acapulco y Miami). Ahora llega el tramo de temporada (Montecarlo, Barcelona, Madrid y Roma) en el que suma más puntos que nadie (una media de 2.448 desde el 2009). «He ganado muchos partidos este año y he sumado muchos y puntos. Estoy en una posición privilegiada en la Race y eso me da calma para los próximos torneos», analiza el jugador español.

Empatado a 49 títulos sobre tierra batida con Guillermo Vilas, la ruta hacia el 50º comenzará mañana o el miércoles contra Daniel Evans (44º jugador mundial) o Kyle Edmund (47º). Alexander Zverev (20º) en octavos y Grigor Dimitrov (12º) precederían a una semifinal contra Novak Djokovic. Murray y Stan Wawrinka van por la otra parte.

«Estoy jugando lo suficientemente bien como para pelear por todo -asegura Nadal-. A nivel personal tengo grandes esperanzas para Montecarlo».