El español Rafael Nadal, número dos del mundo, se colocó con paso firme en los octavos de final del torneo de Wimbledon, tercer grande de la temporada, tras eliminar en dos horas y 22 minutos y por 7-6 (3), 6-2 y 6-3 al alemán Nicolas Kiefer.

El mallorquín, tetracampeón de Roland Garros, tendrá como próximo rival al vencedor del duelo que disputan el ruso Mijail Youzhny, décimo séptimo favorito, con el checo Radek Stepanek, decimosexto.

Nada más concluir el partido, Nadal elogió el juego de Kiefer, del que recordó que es un "oponente difícil en todas las superficies, especialmente aquí".

"Tiene un gran saque, volea muy bien, es un jugador agresivo, pero yo creo que he hecho un buen desempate y a partir de ahí, comencé a jugar mejor", comentó el mallorquín.

A falta todavía de su próximo adversario, Nadal indicó que estaba satisfecho de estar en la cuarta ronda, pero admitió que era consciente de que cualquiera de esos dos jugadores "será un rival muy difícil".

"Trataré de centrarme en mi juego y ver qué pasa", afirmó.

En teoría, el balear debería haber rematado el primer set ante Kiefer sin apenas inmutarse. En la práctica, el balear necesitó algo más de una hora, y un desempate para llevarse este primer parcial, en el que Nadal parecía no encontrarse del todo cómodo en la ´Catedral´, y quizás acusó la sorpresa de la solvencia y la determinación del jugador germano con el servicio.

Kiefer recurrió a la efectividad de un saque sólido con el que rubricó un total de 13 ´aces´ y fue el primero en disponer de una bola de ruptura en el séptimo juego que salvó el mallorquín, quien puso la firma a la manga con un 7-3 en un desempate en el que ya no titubeó y que se inclinó fácilmente del lado balear.

MOTIVADO Si el zurdo de Manacor, que sumó en los tres sets cinco saques directos, se mostró inquieto e incómodo durante el arranque del duelo en la Central, inició el segundo set con dosis extras de motivación. Y aquí ya sí, Nadal logró convertir su primera ocasión de rotura para quebrar el servicio de su rival y ponerse con 3-0 a su favor. Desde ese momento, se vio al verdadero Nadal.

La angustia de Kiefer iba ´in crescendo´ a medida que el zurdo de Manacor se metía más en el partido y soltaba el brazo. La manga era del tetracampeón de Roland Garros, que esta vez apenas tardó 33 minutos en arrollar a su rival.

La presión empezó a hacer mella en Kiefer, un jugador visiblemente disminuido ante el cada vez más imparable Nadal, que hacía gala de golpes certeros y aprovechaba cada oportunidad de ruptura.

El jugador alemán, que cometió el mismo número de golpes ganadores como de errores no forzados (24 en ambos casos), tan sólo pudo hacer un juego al campeón balear, que ventiló la ronda firmando el tercer parcial por 6-3.