Rafael Nadal, ya flamante número uno, no está contento con su inicio de temporada. Eso no escapa a nadie de su entorno. Los primeros resultados del 2009 no han sido como esperaba y su juego tampoco le ha convencido a pesar del premio de consolación que se llevó en Doha al ganar el título de dobles con Marc López. Desde que cayó en cuartos de final ante el francés Gael Monfils, en su primer torneo del año, el actual número uno del mundo se ha encerrado en la pista para entrenar aún más, si cabe, y recuperar las buenas sensaciones.

"Hay que trabajar más, me falta ritmo de competición" recordaba tras quedar eliminado en Doha. Y eso es lo que ha hecho el tenista mallorquín estos días para afrontar el Abierto de Australia en el que figura como primer cabeza de serie, y en el que debutará mañana ante el belga Christophe Rochus (número 75 del mundo), al que nunca antes se ha enfrentado. Nadal solo habrá jugado antes de este debut cinco partidos, contando con la exhibición que disputó en Dubái en la que cayó en semifinales ante el escocés Andy Murray que, en este inicio de temporada, se ha mostrado como el jugador más en forma batiendo no solo a Nadal, sino a Roger Federer, en dos ocasiones, y conquistando el título en Doha.

Murray se ha ganado el derecho a estar el primero en la lista de favoritos del Abierto de Australia por delante de Nadal, Federer y el serbio Novak Djokovic, campeón del año pasado, a pesar de no haber ganado aún ningún Grand Slam. "Está preparado y es uno de los favoritos, sin duda. Aunque el torneo estará muy abierto y será duro para todos", valoraba el propio Nadal que, como Djokovic y Federer, estos días han pedido retrasar en el futuro las fechas del torneo. "El Abierto de Australia debería retrasarse hasta el mes de febrero para dar más tiempo a entrar en competición. Creo que sería beneficioso para los jugadores y el espectáculo", insistió Federer, que si gana este año en Australia igualaría el récord de 14 títulos de Grand Slam de Pete Sampras, una marca espectacular.

Pase lo que pase Nadal seguirá siendo número 1 del mundo cuando dentro de dos semanas finalice el Abierto de Australia. La diferencia de puntos (Nadal tiene 3.000 puntos más que Federer y Djokovic, sus inmediatos perseguidores) hace imposible que el campeón español pierda esa posición. "El número uno me da más calma que presión. Solo es un premio que me gané el año pasado, pero ahora comienzo de cero y mi objetivo es jugar bien, nada más", insistió a su llegada a Melbourne.

PUESTO ASEGURADO A pesar de todo Nadal será la gran baza española para aprobar la asignatura pendiente del tenis español en Australia, donde nunca ningún tenista ha conseguido ganar. El último que más se acercó fue Carlos Moyá (1997). Tras Nadal, el tenista más en forma de la armada española es Fernando Verdasco, que ha alcanzado la final de Brisbane. El tenista madrileño, héroe de la Copa Davis contra Argentina, debutará ante el desconocido francés Adrian Mannarino.

Además de Verdasco, en este inicio de temporada solo David Ferrer, semifinalista en Auckland, y Marcel Granollers, semifinalista en Chennai, han tenido buenos resultados. El resto llega a Australia con poca confianza y muchas dudas.