El español Rafael Nadal, cuarto favorito, reaccionó a tiempo, solventó un momento psicológico importante y se impuso físicamente al argentino David Nalbandian por 6-7 (8), 6-2 y 6-2 para avanzar a los octavos de final de Masters 1000 de Miami. Corría el segundo set, y la cara de Nadal era de desesperación. Su primer servicio no entraba, las dobles faltas, hasta tres, se sucedían, y la derecha no funcionaba cometiendo demasiados errores no forzados con ella.

Para colmo Nadal había perdido la primera manga, después de romper de inicio, y de disponer de un punto de set en el desempate, y salvar dos en ese juego corto. Pero cayó en el tercero en un error de desequilibrio.

Con este bagaje y con Nalbadian templando los nervios y aprovechándose de los errores del de Manacor, el argentino llevaba las riendas del partido, a pesar de que todavía se le nota falta de ritmo, producto de los nueve meses que ha estado alejado de las pistas después de ser operado de la cadera y de que solo ha disputado siete partidos desde entonces. El momento clave llegó en el quinto juego del segundo set, cuando Nalbandian dispuso de dos puntos de rotura. Nadal ya parecía estar pensando en la tierra de Montecarlo, pero su mentalidad ganadora surgió como un rayo, como tantas veces.