A las intempestivas cuatro de la tarde de ayer el pabellón cacereño Serrano Macayo era un hervidero. Un ir y venir de familias llegadas desde distintos puntos de la región. Todos buscaban sitio para ver el debut de sus hijos con la selección extremeña cadete frente a Andalucía en el Campeonato de España infantil y cadete de baloncesto. "Ponte más arriba, cuanto más alto, mejor los veremos", "Ya he cogido el sitio; haz el favor acércame al paraguas y el bolso que si me muevo, me lo quitan", eran algunos de los salpicados comentarios entre reencuentros, besos, saludos, sonrisas y felicitaciones de año nuevo.

Estos eventos ayudan, sin duda, a conocer Extremadura. "Hemos venido por la autovía, no veas cómo se adelanta", comentaba una señora que hacía acopio del instrumental para animar a "mis chicos". Bocinas, globos en forma de barras paralelas, trompetas, matasuegras y otros avalarios navideños llenan de ruidoso colorido las gradas en estos torneos que abren el año. No había nadie vestido de Papa Noel. No se le esperaba. Esto es Cáceres y todavía falta para el carnaval.

Empieza el partido. Todo se vive con intensidad --"tienen unas torres bestiales"--, incluso con desmesura --"el 15 ese ha venido en patera"--. Siguen llegando madres rezagadas: "¿Y los niños? ¿Han pasado frío esta noche?", dice preocupada.

Las familias han venido de Badajoz, de Plasencia, de Jerez de los Caballeros... Nadie anima como una madre. Hace falta un pequeño detalle, un mínimo acierto para que estallen de júbilo. Si fallan no pasa nada. También hay momentos de chascarrillo: "Mira mi hijo; al lado de ese parece un mierdecilla; y yo que creía que era alto."

En el segundo cuarto, Extremadura se coloca a 2 puntos (24-22). La locura en la grada es total. "Me sobra hasta el abrigo" dice una madre que no ceja en su empeño con una trompeta ensordecedora. Es una de las líderes. Vuelve a la carga con el soniquete de "a por ellos, oé" e inicia una nueva algarabia en la grada, que la secunda.

No dura mucho. El final del segundo cuarto y el inicio del tercero marcan definitivamente las distancias. Se atemperan los ánimos. Se dibuja un panorama presidido por la resignación. Andalucía arrolla y hasta las madres aceptan lo inevitable: "bastante han aguantado los pobrecitos nuestros". Algunas acciones de los rivales las exasperan: "Abusones, abusones". Es el resumen coregrafiado de una resignación.