Tercera entrega, y esperemos que última, sobre el cacareado tema de la final olímpica y su "arbitraje" del pasado verano. La anterior terminaba cuando "no queda otra hasta que el cabreo amainase". Cuando empezaba esto a ocurrir, los americanos, tan comprensivos, no se le ocurre otra que homenajearnos por nuestra plata y hacernos partícipes en su ´show´ del All Star de este fin de semana.

Supongo que a los colegiados de la final también. Cosa, que lejos de amainar, no ha hecho otra cosa que reavivar, al menos, mi cabreo. Para colmo, el periódico deportivo más leído en este país titulaba hace días: "La NBA rendirá tributo a los campeones olímpicos y a la selección española".

Ahí queda eso. Si no fuera por el "es de bien nacido ser agradecido", yo hubiese recomendado dar plantón y quedarles con toda su parafernalia, muy en contra de lo que piensa el presidente de la federación, el extremeño José Luis Sáez. El respeto a nuestros exitosos jugadores allí representantes no hubiera aconsejado hacerlo. Está claro que el poder mediático puede con todo, incluso con la justicia deportiva.

Por supuesto que la ÑBA tiene merecidos estos homenajes, pero no de quienes, tras el desastroso arbitraje, dieron la "espantá" por callada, en una buena acción de deportividad y respeto a las decisiones de los jueces deportivos. Por supuesto que ellos dieron espectáculo en la final de Pekín, en el año de la rata en el calendario chino, para acabar homenajeándonos en éste del buey, símbolo de la honradez y la honestidad.

No soy antiamericano, aunque bien puede parecerlo, y aunque su prepotencia, que no su reconocida potencia, me supere. Menos teniendo una competición como la NBA, ejemplo de organización saludable, con logros tan importantes como los topes salariales y un control exhaustivo, que no intervencionismo, de las relaciones entre clubs y jugadores, que tanto equilibrio aporta en la liada madeja del deporte profesional.

Aún así no me gusta la idea , pues debiendo ser anfitriones, tenemos que conformarnos con ser invitados, aunque eso sí, de lujo. Invitar a un adversario que, viendo los videos, jugó un partido en dudosa igualdad de condiciones reglamentarias, puede ser considerado perfectamente cuando menos de una falta de respeto.

Entre las posibles iniciativas de los actos del homenaje bien podría estar haber pasado el video del partido. Iniciativa que es muy probable que nadie allí haya barajado.

Algún entrenador de la liga española de fútbol declaró recientemente, ante otro "arbitraje", que sus jugadores no iban a ser los payasos de ninguna fiesta. Palabras que hago mías en ésta.

Cabreo reavivado, pues seguimos reclamando nuestro más que posible oro, aunque agradezcamos los homenajes y no nos guste ser tachados de "aguafiestas". Oro por homenaje. Perdimos en el partido y perdemos en el cambio.