El presidente del Cacereño, Félix Campo , lo tiene difícil para reflotar su proyecto, al menos el deportivo. Todo lo contrario que en lo económico: ya se sabe, el club seguirá siendo rentable, aun en Tercera División. Y es que el bingo sigue siendo, con mucho, el activo más importante de la sociedad anónima verde.

Si finalmente no vende sus acciones --o no quedan embargadas tras la sentencia condenatoria por el litigio judicial que mantiene con el expresidente Angel Carrasco-- el empresario salmantino tiene muy complicado vender su producto, si es que realmente quiere continuar, que uno lo sigue dudando, pese a los desmentidos. A ello no ayuda, precisamente, la política de relaciones públicas que, en los últimos meses, está manteniendo. Casi nunca coge el teléfono para informar sobre el futuro o cualquier tema relacionado con el club, y eso es un detalle, pese a lo nimio que parezca, muy revelador.

Campo, que es un tipo listo, está desmotivado y no sabe cómo salir del atolladero en el que se ha metido. Ni siquiera ha presentado al entrenador, no se ha fichado a jugador alguno y quedan sólo un par de jugadores de este año. Así no se vende nada.