Reconozco que estoy sorprendido con lo que está haciendo el Plasencia en la Liga LEB-2. Con muchas limitaciones económicas, el tándem que forman el presidente, Antonio Martín Oncina, y el entrenador, Ñete Bohigas, han logrado reunir a un grupo de jugadores que, con total desparpajo, se han situado en la vanguardia de la clasificación, muy por encima de otros clubs con presupuestos mucho mayores.

La apuesta por Jiri Okac era arriesgada, y les ha salido muy bien. El gigante checo parece vivir una segunda juventud y, cerca de los 40, está haciendo números espectaculares, creo que incluso mejores a los que hacía en aquel Cáceres que logró el ascenso a la Liga ACB hace más de diez años. Y como Okac, el resto, que están haciendo un gran trabajo.

En el deporte, el dinero no suele ser garantía de éxito, aunque en baloncesto es más difícil equivocarse. Cuando no hay mucha disponibilidad económica, la cosa se complica y, en este caso, Bohigas ha vuelto a acertar, por segundo año consecutivo.

Como el año pasado, creo que el técnico cacereño se merece que se le dé la alternativa en la ACB. Y estoy seguro de que, antes o después, le llegará la oportunidad. También como el año pasado, dudo --y mucho-- que llegue a tiempo al Cáceres. Las perspectivas no son demasiado buenas. Lástima, porque estoy convencido de que lo haría muy bien.