Una breve conversación sirve para descubrir que Agostinho Antonio Masal, más conocido como Neto, está feliz en el Cacereño. Su fichaje se anunció unos días antes de que arrancara la temporada y, con apenas dos entrenamientos, saltó al terreno de juego del Emilio Macarro para defender la elástica verde. Desde entonces solo se ha perdido un partido, el de Santa Amalia, «y por precaución», apunta él. Sufría molestias en el abductor y José María Rebollo, como está haciendo en todos los casos, prefirió no arriesgar.

Este carrilero derecho nacido en Guinea Bissau (Canchungo, 11 de agosto de 1994) ha pasado más de la mitad de su vida en España. Llegó cuando aún tenía 9 años, en el 2004, junto a su padre, jornalero en los invernaderos de Almería, trabajo que también han desempeñado compañeros con los que ha compartido vestuario. Él compagina el fútbol con los estudios. Está en el último curso de Empresariales, aunque en Cáceres (UEx) solo se ha podido matricular en asignaturas sueltas. Además, está haciendo un grado medio de Técnico Deportivo. «Hacer todo a la vez no es fácil», dice sonriente, «a veces no puedo asistir a las clases y estar al día es posible gracias a los compañeros». Vamos, el clásico contrabando de apuntes.

Cuando Neto llegó a España empezó a jugar en el alevín de Las Norias, localidad cercana a El Ejido. Estuvo allí hasta cadete, cuando recaló en La Mojonera Juvenil, club vinculado al Atlético de Madrid. Después, el Ciudad de Vícar, también juvenil, el Berja, ya en competición sénior, y El Ejido, donde estuvo tres temporadas, dos de ellas en Tercera y una en Segunda B. ¿Límites? «Nunca hay que ponerse límites, hay que llegar hasta donde se pueda».

Con un ascenso en su currículum, Neto explica que la única fórmula para conseguirlo es el trabajo. «Con El Ejido jugué la fase de ascenso siendo cuartos y eliminamos a un segundo y dos primeros. La clave, como decíamos nosotros mismos, es que todos éramos jornaleros».

Al Cacereño ha llegado para repetir esa misma gesta. Aunque, si es posible, asegura, desde la primera posición. De momento el Moralo se lo impide. «No baja el pistón», dice sobre el equipo de Navalmoral Neto, que se queda con lo positivo: «Es bueno porque nos obliga a ser más competitivos, a no bajar el ritmo en ningún momento».

«Para ascender se requiere un equipo con jóvenes con mucha hambre, veteranos que aporten su experiencia y que los del medio -entre los que él se incluye- también aporten, y todo eso lo veo en el Cacereño añade Neto, que cree que los tropiezos ante Santa Amalia y Trujillo, más que errores, son lecciones. «Nos debe venir bien para estar muy vivos en todos los partidos, hacer siempre nuestro trabajo, porque no hay ningún rival pequeño».

Neto ha terminado ya las clases de la mañana. Ya piensa en el entrenamiento de la tarde. Y después, a seguir con los libros.