26 puntos (cinco en el último minuto) en la victoria ante el Leyma Coruña y su equipo, el Cáceres Patrimonio de la Humanidad, empezando a levantar cabeza. Es la excusa para charlar un rato largo bajo el sol con Nikola Rakocevic (Podgorica, Montenegro, 22-1-1991) delante de una Coca Cola Zero y mientras se pelea con una avispa. «Tengo mucho carácter», repite varias veces. Veamos.

--¿Cómo son los montenegrinos? ¿Tienen algo específico dentro de la antigua Yugoslavia?

--Somos bastante parecidos a los serbios. Creo que en general los balcánicos tenemos la misma mentalidad: croatas, bosnios… Mi compañero Sandi Marcius es así también: competitivo y demás.

--¿No tiene nostalgia de lo que era el país unido antes?

--Yo no, aunque quizás la gente mayor sí. Los jóvenes no lo vivimos, aunque sepan la historia.

--¿Cómo vive la ‘Guerra de los Balcanes’? ¿Lo percibe?

--Yo era muy pequeño y no lo sentí mucho. En 1999 pudieron caer bombas por las sanciones de la OTAN a Serbia, con quien estábamos unidos entonces todavía. Pero en mi ciudad, Podgorica, no ocurrió. Sí recuerdo sirenas sonando y teníamos que ir a los sótanos corriendo. Pasas miedo.

--¿Es hincha del Buducnost?

--Sí, pero sobre todo del Partizán de Belgrado. No odio al Estrella Roja, pero quiero que pierdan siempre.

--Dicen que su deporte no es el baloncesto, en realidad…

--Yo es que soy… muy futbolero. Desde que era muy niño siempre jugaba en la calle y veía todos los partidos de fútbol internacional por la tele, sobre todo la liga italiana. Me sabía todas las alineaciones.

--¿De qué jugaba?

--De delantero centro. Hacía maravillas con un balón. Era como Zlatan Ibrahimovic (risas). Pero me pasé al baloncesto porque me metieron en un equipo de fútbol en el que no podía jugar porque era de gente mayor. Me enfadé y me quedé en el basket. Sabía jugar, pero no había ido en serio hasta entonces.

--Y con quince años el Real Madrid viene a por usted…

--Fue una mañana cualquiera de verano. Mientras entrenábamos, entraron tres personas en el pabellón que no sabía quiénes eran. Venían a ver a Niko Mirotic, pero también les gusté y me quisieron. No dudé ni un segundo. Era un sueño.

--¿Era amigo de Mirotic?

--Sí, claro. Jugábamos desde niños. Ya se le veía que tenía talento para todos los deportes. Ahora no mantenemos el contacto porque son vidas diferentes, pero hace un par de verano nos encontramos y nos saludamos.

--¿Cómo vive esos primeros años en España?

--El primero fue muy duro. Me vine solo, mientras que él vino con sus padres y vivía con ellos. Me costó mucho adaptarme porque en casa estaba muy mimado. Era todo nuevo. Lloraba por las noches y me quería venir, pero aguanté.

--Luego va a Zaragoza y debutar en la Liga Endesa (2010-11)…

--Sí, estuve todo el año jugando en EBA y entrenando con el primer equipo. Pude jugar un par de partidos, pero muy poquito. Era muy difícil que tuviese minutos, tan joven y con mucha competencia. Pero pienso volver a la ACB, algún día, eh. Apúntelo porque lo conseguiré.

--¿Usted cree? Su carrera se caracteriza por los altibajos…

--Es posible. Creo que en Valladolid sí tuve un buen año, pero en Lugo no porque… No lo sé. Soy como soy. Dicen que voy andando por la pista. No es así. Siemplemente soy así. No puedo cambiar mi forma de jugar. Si no te gusta, es tu problema.

--Fuera de la pista no da la impresión de tener tanto carácter como dice…

--No, claro. Creo que soy un tío ‘salao’ fuera de la pista, pero dentro me caliento… Soy así y punto. No me arrepiento de cómo soy.

--¿No ha sido un paso atrás volver a Cáceres? Seguro que está ganando menos dinero que en las dos últimas temporadas…

--Para mí no es un paso atrás. En Lugo empecé bien y por circunstancias me quitaron minutos. Aquí vine porque sabía que iba a jugar, porque Ñete (Bohigas) confía en mí y puedo explotar. Este es el sitio perfecto para hacerlo.

--¿Lucirá es en un equipo que parece destinado a sufrir?

--No lo pienso demasiado. Lo que quiero es hacerlo bien y creo que además podemos entrar en los ‘playoffs’ si nos hacemos fuertes en casa y rascamos alguno fuera.

--Pues hace dos o tres semanas no había ese optimismo… La derrota ante el Breogán tuvo que ser muy dura en el vestuario.

--Hemos mejorado y nos vamos conociendo todos los jugadores. Antes no teníamos claras muchas cosas. Tras aquel partido lo pasé muy mal. Me sentí humillado, como todos. No fue normal perder por tanto. No nos salió nada y ellos hicieron sangre.

--Otro cambio ha sido que usted ha pasado de ‘sexto hombre’ a titular…

--No me gusta ser suplente, pero al final es lo que decide el entrenador. Haré lo que me digan, pero me gusta estar en la pista desde el segundo uno. También me gusta estar en el último minuto, como el otro día. Me gustan los momentos calientes, la adrenalina. El otro día metí y habrá otro en el que fallaré, pero soy competitivo.

--¿Qué falta por mejorar?

--Jugar fuera como lo hacemos en casa. El viaje de Melilla fue duro, pero no quiero excusas. Perdimos y ya está. Tenemos que seguir conociéndonos, conocer los espacios, respetar los sistemas y el ‘scouting’, la concentración.

--¿Qué tal va su pasaporte español?

--Lo tengo pedido, pero no está todavía.

--¿No ha jugado nunca con la selección de Montenegro? ¿Lo haría con España, como Mirotic?

--A nivel absoluto nunca me han llamado en Montenegro. Tienen a sus ‘niños bonitos’. Si me llaman, me lo pensaría por lo que he vivido. Y no jugaría por España, a pesar de que estoy fenomenal en este país y es como mi casa. Me sorprendió que Niko tomase esa decisión.

--¿Si le llama Adolfo Muñoz para jugar en el Cacereño aceptaría? Es broma, eh...

--¡Claro! He estado a ver al equipo algunas veces y ya sé que es Tercera División, pero es que el fútbol es algo especial.