Los coches subían pausadamente de Les Escaldes a El Tarter. Caía la primera nevada que anunciaba que la temporada de esquí ya estaba cerca. Era el último domingo de noviembre y la carretera comenzaba a tintarse en blanco. Nadie quería correr riesgos al volante con un asfalto resbaladizo, tanto o más que en la ruta que llevaba de la cima de la Joux Plane hasta la estación de Morzine. Y en eso apareció Ion Izagirre, descendiendo, como si nada, en dirección a la capital del principado, tal cual llevara debajo de sus pies unos esquís en vez de unas delgadas ruedas de carbono. Allí, en Andorra, comenzó a ensayar su victoria en el Tour, la primera, la única, de un corredor español a las puertas de París y ante un Chris Froome, tan superior como intratable en su victoria final.

Ganó en Morzine en el nombre propio y en el de su familia, el triunfo de un chaval guipuzcoano, de 27 años, de aldea de Ormaiztegi, integrante de una familia ciclista, pues Joserra, el padre, fue un campeón del ciclocrós, y Gorka, el hermano mayor, comenzó el Tour, como integrante de un Movistar que buscaba el "sueño amarillo" de Nairo Quintana.

Fue una victoria con toque de reivindicación. Gorka se cayó en las calles de Berna, en el primer kilómetro de la primera etapa alpina. Se hizo una luxación de hombro y tuvo que decir adiós al Tour y subirse al coche de Chente García Acosta, el segundo técnico del Movistar, con el que llegó a la meta del lago de Emosson.

Y fue precisamente Chente quien lo acompañó y le dio a Ion ánimos desde el coche y quien le chilló la orden que le llegó a Izagirre al pinganillo: "¡Vete, vete!", cuando apareció una curva que horas antes obligaba a tomarla con el coche totalmente parado para no salirse y acabar en el prado.

LA PREPARACION Todo se orquestó de buena mañana, en el autocar del Movistar, en la salida de Magève. Nairo Quintana no está bien, no lo ha estado en todo el Tour, aunque haya conseguido al final un podio casi clandestino, una tercera plaza alejada del glamur del 2013 y el 2015, en las dos primeras victorias de Froome. Por eso, a la espera de la revisión médica de la semana que viene, se decidió que Nairo afrontara la última etapa alpina al compás del ritmo del Sky, sin arriesgar y con la idea de conservar su tercer podio en París. Por eso, y por la clasificación de equipos que también ganarán hoy en la capital francesa, se le pidió a Alejandro Valverde que estuviera al lado de Nairo, mientras se decidió que Izagirre, el gregario mejor de forma, se colara en la escapada buena y e intentara reivindicar el nombre del Movistar.