La primera presentación pública de nuevos jugadores del Cáceres Patrimonio 2017-2018 (el base Pol Oliver y los pívots lituanos Roland Jakstas y Robertas Grabauskas) tuvo un denominador común: el halo de ilusión que desprende el nuevo proyecto verdinegro, escenificado en las palabras de todos ellos, extractadas en lo manifestado por el entrenador, Ñete Bohigas. «Me gusta el equipo. Creo que vamos a poder hacer un buen baloncesto», predijo el técnico.

Merodeó en la cita la posibilidad de que el club extremeño de la LEB Oro pueda ocupar puestos altos en la clasificación, pese a que en absoluto sea de los presupuestos más importantes de la categoría. Sin embargo, la disminución significativa en el canon para subir a la ACB abre otra perspectiva diferente a la de anteriores ejercicios. «Se respira un ambiente especial en la categoría», se congratuló.

«Tenemos que dar un pequeño salto en lo de transmitir ilusión, aunque luego la liga nos ponga donde nos tenga que poner», dijo un cauto Bohigas en su primera predicción para la campaña. «No somos ni mejores ni peores, tenemos jugadores diferentes», dijo el entrenador a modo global en la sede de Toyota Novomotor, proveedor oficial otro año más en el club verdinegro.

Sí apuntó que se seguiría con la filosofía de otros años a la hora de jugar. Todo ello, con la solidaridad por bandera, «con posesiones cortas» e intentar anotar mucho, esta temporada con más posibilidades «en la rotación interior» con la vuelta de Jakstas y la incorporación de su compatriota Grabauskas, un jugador que parece que adoptará bien un rol similar a uno de los baloncestistas dominadores de la pintura en la categoría el pasado año: el croata Sandy Marcius.

Los verdaderos protagonistas destilaron optimismo. Especialmente saludada durante los últimos días ha sido la vuelta de Jakstas, del que Bohigas consideró que «ha crecido mucho en nuestro club y ahora nos tiene que hacer crecer a nosotros». El lituano regresa tras un año en su país natal y lo hace especialmente motivado y feliz en lo personal: en este tiempo se ha casado y ha sido padre. «La temporada anterior fue muy buena experiencia y ahora vuelvo a mi segunda casa», resumió ‘Ro’, indisimuladamente contento por ejercer de anfitrión-guía también de su compatriotra Grabauskas. «Espero enseñarle Cáceres y que él pase un buen año aquí»·. Y la experiencia se ha iniciado bien.

Mientras tanto, el propio Grabauskas mostró su cara más simpática con un «buenos días» en castellano a la hora de iniciar su intervención ante los periodistas, que redondeó dando una versión optimista sobre el año que puede vivirse y que, según Bohigas, tiene grandes expectativas al ser la primera vez que repite en una competición europea. El año pasado estuvo en Palma a un notable nivel, que espera incluso superar en esta campaña.

Y todo ello, ante la sonrisa cómplice de otro de los protagonistas, Pol Oliver, que después sí ejerció de traductor al inglés. El compañero de Guille Corrales en la dirección del equipo, con cuatro años de experiencia en EEUU como universitario y que afrontará en Cáceres su primera experiencia profesional, evidenció un descaro y una naturalidad que quienes le conocen dicen es uno de los distintivos también sobre una cancha de baloncesto.

El Cáceres aguarda ya el torneo de Portugal con la vista puesta en seguir una preparación centrada ahora en lo físico. Los resultados no serán significativos, se entiende por parte del cuerpo técnico. Demasiado pronto aún.