La leyenda épica, inscrita en griego e inglés, que se podía leer ayer en el autocar de la selección de Grecia aparcado a la entrada del estadio del Río Ave, en Vila do Conde, necesita un ligero retoque. Ya no vale. Del lema "la antigua Grecia tuvo 12 dioses; la moderna tiene 11", habría que pasar al "Rey Otto, único dios de Atenas". Y es que la popularidad del seleccionador de Grecia, el alemán Otto Rehhagel, de 65 años, se ha disparado tras el triunfo contra Portugal en el partido inaugural. El primero que consigue Grecia en un gran torneo tras los fracasos en la Eurocopa de Italia-1980 y el Mundial de EEUU-1994. Hoy, ante España, firma el empate.

No se sabe cómo acabará la historia, ya que en el fútbol se pasa del blanco al negro con demasiada facilidad. Ni tampoco se sabe, como bromeó el técnico tras el 2-1 conseguido contra los anfitriones, si las autoridades griegas le dejarán circular cuando regrese por el carril bus sin ponerle una multa. Todo dependerá de los dos próximos resultados contra España y Rusia, pero lo que sí está muy claro es que el Rey Rehhagel, como le conocen en Grecia, disfruta del momento de mayor felicidad desde que aceptó el cargo hace tres años.

Dificultades

Y no se ha tratado, precisamente, de un trabajo fácil. Ha necesitado todas sus dotes de psicólogo para domar a un anárquico grupo de jugadores al que la propia Federación Griega de Fútbol calificó como "una banda de vagos" tras perder por 5-1 contra Finlandia en el debut de Rehhagel. Nadie diría que bajo ese aspecto de hombre duro, de carácter áspero y cabezón propio de los sargentos de hierro, se esconde una persona paternal a la que adoran unos jugadores que han recuperado la autoestima con él. "Hemos logrado un ambiente familiar en el que mis jugadores han aprendido a trabajar en equipo. Todos para uno y uno para todos", reconoció ayer Rehhagel. Hasta Nikolaidis y Tsartas, que no se hablan desde que el delantero rojiblanco mostró su intención de presidir el AEK de Atenas y adelantó el deseo de rebajar los salarios a los jugadores en un 30% para salvar el club, han aparcado sus diferencias.

Rehhagel es así. Alemán de nacimiento, pero mediterráneo de adopción. Por eso, quizás, su gran pasión son el vino, el sol y la playa. Es un tipo de perfil similar al técnico mexicano de Osasuna Javier Aguirre. El fútbol no lo es todo en la vida para él. Es frecuente verlo en el teatro, la ópera o cualquier otra actividad cultural en Atenas. Y siempre lo hace, además, vestido con un traje impecable, a ser posible de un diseñador italiano. En eso está a años luz del chándal azul, las zapatillas y la gorra de Sáez.

Ha aprendido griego

Rehhagel, que llegó a jugar 821 partidos en la Bundesliga, se ha adaptado a la caótica vida de Atenas. Incluso ya sabe decir algo más que el clásico ceia sou (hola) y adio (adiós) en griego. Por ejemplo, se ha aprendido los versos del himno. Todo un mérito para un técnico que se comunica en inglés con sus jugadores y que recurre, como hizo Robson con Mourinho, a un entrenador-traductor para dar en griego las órdenes más complicadas. Ultimamente no le hace falta, ya que ocho jugadores, a los que se les unió Seitaridis al fichar por el Oporto, hablan bien en inglés: Fyssas (Benfica), Dellas (Roma), Dabizas (Leicester), Giannakopoulus (Bolton), Karagounis (Inter), Nikolaidis (Atlético), Charisteas (Werder Bremen) y Vryzas (Fiorentina).

Rehhagel tiene contrato hasta el 2006 y la afición espera que repita los éxitos que logró en Alemania, donde ganó dos Ligas (1988 y 1993) y una Recopa (1992) con el Werder Bremen y una Liga con el Kaiserslautern (1998).