Aquí empezó todo. Hace 2.780 años, Pelops, rey del Peloponeso, puso fin a las guerras entre las ciudades-estado de lo que hoy conocemos como Grecia, y para que sus guerreros se desfogaran y se mantuvieran en forma, se inventó los Juegos en Olimpia. La cita se consumaba cada olimpiada (ahora 4 años), y tenía lugar en la sagrada Olimpia tras dos lunas llenas a partir del solsticio de verano.

Entre tanto markéting, la organización de Atenas 2004 decidió dar un toque de romanticismo y ha vuelto a los orígenes para mostrar todo el peso de su historia olímpica. En principio se pensó en montar el lanzamiento de disco, una de las pruebas favoritas de los helenos. Pero los lanzamientos de los discóbolos modernos se acercan a los 70 metros y el estadio no supera los 28,50 metros de ancho, con una capacidad de 45.000 espectadores, sentados sobre la hierba. Alguno iba a resultar herido. Así es que se decidió disputar el lanzamiento de peso.

Esperanza española

Para ello se ha montado una infraestructura mínima: dos círculos de lanzamientos en paralelo, delante de la plataforma de piedra en la que se situaban los jueces (Hellanokides), ocho filas de bancos de madera para la familia olímpica, dos filas de bancos de madera con toldillos de lona para dar sombra a los atletas y las tiras de plástico blanco que marcan la zona de lanzamiento. Y poco más. Sólo la megafonía imprescindible y 6 cámaras de televisión convencionales, 2 minicámaras junto a los círculos de lanzamiento y una cámara cenital en un extremo de la pista. No hay marcadores, ni tribunas, ni nada que pueda romper el encanto de este retorno al pasado.

"Sientes muchas cosas cuando ves el estadio, la palestra, el templo de Zeus. Ha sido muy emotivo, muy sentimental, y muy de agradecer para un lanzador, porque somos los marginados de este deporte", afirma Manuel Martínez, el lanzador leonés que hoy tendrá el privilegio de asistir a una competición irrepetible. Su prueba de calificación tendrá lugar dos horas después de la de mujeres, que lanzan a primera hora de la mañana (07.30 en España). Entre ellas figura inscrita Irache Quintanal, que tiene muchas opciones de acceder a la final que Martínez. Este espera romper el mal fario que le acompaña en las grandes citas, aunque de momento sólo habla de superar la fase de clasificación. Los dioses de Olimpia le juzgarán.