El Real Madrid salvó su honor con una victoria fraguada en el silencio de un vacío estadio Olímpico de Roma, que dejó para el recuerdo y la historia una inusual partitura de palabras, sonidos y ecos que el fútbol siempre esconde bajo el fragor de sus multitudinarias aficiones.

Ganó fácil el Madrid (0-3) ante un Roma de circunstancias, con sólo cinco titulares y sin sus estrellas Totti y Cassano, y evitó que los velados rumores de una fría noche de diciembre se precipitaran como una sombra sobre su futuro más inmediato. La sanción al equipo romano por la agresión al árbitro sueco Anders Frisk, que acarreó el cierre por dos partidos del Olímpico, permitió escuchar con claridad los diálogos de los futbolistas que subyacen bajo las vociferantes pasiones, los gritos y los cánticos que en cada encuentro hacen rugir a los estadios con una sola voz.

Recuerdos de infancia

Lo había dicho Emilio Butragueño, hoy director deportivo del Madrid, al recordar la primera y última vez que el conjunto español disputó un partido en las mismas circunstancias de ausencia de público (16 de octubre de 1987 contra el Nápoles de Maradona en el Bernabéu): "es como volver a la infancia y jugar en el patio del colegio".

Miguel Porlan Chendo, en la actualidad delegado del equipo, y Michel, comentarista de TVE, corroboraron esta sensación, que ayer volvieron a vivir, eso sí como espectadores, en el coliseo futbolístico de la capital italiana.

El medio centenar de espectadores y periodistas presentes en el Olímpico, con un aforo para más de 80.000 almas, pudieron oír con claridad esas reiterativas palabras que siempre repiten los jugadores: "mía, mía", "pasa, pasa", "dale, dale", "fuera, fuera", pronunciadas por Casillas, Salgado, Guti, Figo o Raúl.