Mi confianza en el Barça de Guardiola, Iniesta, Messi, Xavi, Etoo, Valdés, Piqué, Alves y compañía es tan grande que ya hace días que tengo el cava en la nevera. Esta temporada solo puede acabar de dos formas: bien o muy bien. Aquí estamos, en mayo, líderes de la Liga, finalistas de la Copa y con un Chelsea que vino tan asustado por las goleadas al Lyón y Bayern que celebró el 0-0 del martes como una victoria. Y lo mejor es que no estamos hablando solo de la posibilidad de ganar tres títulos, sino de la capacidad de ganarlos.

Otros años hemos tenido posibilidades hasta muy al final. Ahora tenemos juego y jugadores para hacerlo posible. Pero pase lo que pase, no tengo palabras para agradecer lo mucho que este equipo me ha hecho sentir orgulloso del Barça. Lo mucho que me ha emocionado este viaje compartido de una historia improbable durante 8 meses y 53 partidos. Cómo de bien representado me he sentido ante España y el mundo entero por eso que Guardiola calificó de "propuesta". De cómo de dichoso me siento de saber que, en todo el mundo, la gente que ama el fútbol quiere al Barça. De la personalidad, el equilibrio y la categoría con que este equipo ha salido a jugar. De cómo todo esto ha sido posible con juego limpio, mucho trabajo y gente de la casa, mucha gente de la casa.

No me estoy cubriendo ante un mal paso esta noche. Solo digo que si el camino hacia los títulos no siempre ha sido fácil, ahora se convierte en un alambre finísimo y será necesario que tengamos una disposición mucho más generosa con el equipo y su esfuerzo que la que hemos tenido hasta ahora. Se merecen que les ayudemos a sostenerlos con una actitud mental definitivamente liberada.

En Cataluña no nos hemos sacudido de encima una ancestral tendencia a pensar en lo peor y a prestar atención al relato que llega de Madrid. En parte es inevitable, es una cuestión de volumen de los medios de comunicación. Pero ya sería hora de que rompiéramos la cadena psicológica. Sobre todo porque este año el relato interesado quedaba desmentido por la dura --y azulgrana-- realidad. No hay que olvidar una cosa: el equipo de Guardiola puede dejar la Liga sentenciada. El Madrid, no.