Maestro

Al desenchufar la clavija, todo terminaba. Han sido once años colaborando. Del primer partido, recuerdo los nervios y el olor a pintura de la parrilla metálica del pabellón. Allí se colocaban las cámaras de Caldera padre, libre, y la del club, que manejaba yo, ayudado por Dionisio Díaz y en los últimos años por José Gómez. Con todos trabajé sin problemas. Comencé con Bermejo y termino con él. De los técnicos recuerdo a Fariñas y su empeño por grabar en primer plano las señas de los bases, con reprimenda de la ACB. El más cercano, Flores. Once años en los que he visto todos los partidos televisados y en los que apenas falté a mi cita. Al recoger el equipo y entregar las cintas del último partido, sentí un pellizco, un punto de rabia y tristeza. Perdíamos algo más.