Hace casi diez años, en mayo de 1998, Cáceres y Ourense se jugaban la continuidad en la Liga ACB. Ganaron los extremeños en un play off con la tensión lógica (3-1) y los gallegos apenas pudieron recuperarse de aquel golpe, aunque volverían efímeramente a la máxima categoría tres años después. Mañana, los equipos de ambas ciudades vuelven a encontrarse dos peldaños más abajo, en medio de comparaciones.

En la balanza se encuentran más paralelismos que divergencias. En los dos sitios han disfrutado con grandes jugadores (Kevin Pritchard, Raymond Brown, Johnny Rogers, Danya Abrams, José Antonio Paraíso y un largo etcétera en un lado; Chandler Thompson, Darrell Armstrong, Andre Turner, Clarence Kea, Juan Espinosa, Aaron Swinson en el otro). Hasta han compartido algún ídolo (el propio Turner, Juanjo Bernabé y Mike Ansley) y varios secundarios (Carlos Rodríguez, Voise Winters, Rafa Rufián...). Hasta Juan Sanguino se hizo realmente jugador en Ourense.

En los últimos años tanto en un sitio como en otro ha costado adaptarse a la dura realidad: dos ciudades pequeñas que no pudieron mantener el nivel económico preciso para estar en la ACB. Ni siquiera en la LEB grande . El antiguo Cáceres CB desapareció y el nuevo Cáceres 2016 aún tiene dudas respecto al apoyo que va a tener de las instituciones. Mientras, el Club Ourense Baloncesto --ya sin el patrocinio de la caja de ahorros local ni de empresas como Coren-- malvive con uno de los presupuestos más austeros de la LEB Plata. Su objetivo es la permanencia, el mismo al que puede estar abocado su rival de mañana si no corta su desmesurada racha de derrotas.

Ambos juegan en pabellones de máxima categoría y son aún arropados por aficiones que digieren el hecho de que no siempre en el deporte profesional se puede estar arriba.