En el barrio de Nuevo Cáceres hay jubilados que se irritan con el baloncesto y jubilados que disfrutan con los partidos. Los primeros llaman a la policía municipal en cuanto ven coches aparcados en zona prohibida. Los segundos van a la salida del pabellón antes y después de los encuentros y se entretienen con el ambiente.

Don Aniano y doña Engracia son de los partidarios del baloncesto. Cuando barruntaron que el partido entre el Cáceres y el Real Madrid estaba a punto de finalizar, se apostaron al final de la cuesta del Multiusos y estuvieron media hora paladeando el sol y contemplando el gentío.

"Mira Aniano, hay más gente que otros días. Hoy la policía no le ha hecho caso al pesado de (fulanito) y no está poniendo multas. ¿Cómo habrán quedado?", comentaba ella. Y don Aniano sentenciaba: "Han perdido, Engracia. ¿No ves que vienen callados como cementerios?".

Así, con un silencio de camposanto, acabó el que pudo haber sido el partido más ruidoso y festivo de la temporada. La llegada del Real Madrid y de Gabriel, el nuevo americano, pareció despertar a la afición, que respondió con ganas.

Se notaba el ambiente de las mañanas espléndidas: lleno en el bar en los prolegómenos, doble cola en las taquillas, boleto regalo de dos bocatas por uno en los asientos, muchas cámaras de televisión, ambientillo en el palco con Bermejo entre Saponi y Lolo Sainz, aficionados de la peña madridista Ojos del Tigre con camiseta y pancarta, banderas extremeñas con mensaje...

Llamaba la atención una muy bíblica en la que rezaba: "Una llamada bastará para salvarnos", en alusión a la misteriosa frase que Bermejo dejó caer en la asamblea de accionistas. Había más niños que nunca. La entrada era muy buena, con los laterales de las tribunas medio llenos por primera vez en la temporada. El comienzo del partido no desentonó con los prolegómenos y los aficionados metieron presión desde el principio, algo que ya parecía olvidado.

ESPECTACULOS IMBRODA

Durante 33 minutos, la intensidad del encuentro mantuvo al público en vilo: alborotado y caliente. Gabriel respondía, Thompson era una máquina, Dani García encandilaba e Imbroda ponía el espectáculo desesperándose ante el exárbitro Alvaro Herrera, delegado en la mesa, por las faltas técnicas con que los árbitros flagelaban a un Real Madrid que estaba de los nervios.

El juego fue un toma y daca que amarró a sus asientos a aficionadas incondicionales de Casar de Cáceres como Fifí Villa y sus amigas, que llegaron tarde a la romería del pueblo por culpa de la emoción. Al final, el Cáceres se estrelló contra los triples y el jolgorio bíblico se hizo silencio: "Han perdido, Engracia. ¿No ves que vienen callados como cementerios?".