Tardó poco en conseguirlo. Rebozado en tierra, y después de lograr su décimo Roland Garros apabullando al suizo Stan Wawrinka en tres sets, Rafa Nadal disfrutaba emocionado de un triunfo espectacular. «Mi sensación es imposible de describir, es imposible de comprar con otros momentos. Siento una adrenalina especial en esta pista, es el torneo más importante de mi carrera», dijo el tenista mallorquín.

Nadal se dejó caer primero sobre su tierra parisina. Luego, a solas, lloró en la silla. En apenas 126 minutos, logró su décimo Roland Garros, encaramado ahora al segundo puesto del ranking mundial de la ATP, por detrás de Murray. Algo que no sucedía desde octubre del 2014.

Además, Nadal también es segundo en la clasificación de Grands Slams. Solo el suizo Federer, con 18 grandes, supera al mallorquín (15), que ya está por delante del norteamericano Pete Sampras (14) y el australiano Roy Emerson (12), al igual que el serbio Novak Djokovic (12). Por eso, lloraba sin parar Nadal. Lloraba porque volvió después de unos duros meses. Volvió a lo grande.

«Bravo, Rafa», se leía en una gigantesca pancarta colgada de las gradas de la pista Phillippe Chatrier. «Felicidades, Rafa, has jugado un tenis increíbles, eres demasiado bueno. Ha sido un honor jugar esta final contra ti», comentó Wawrinka. «Lo siento, equipo. No ha podido ser. El año que viene, lo volveré a intentar», añadió el suizo en su discurso desde la pista central parisina.

Personas claves

Mientras, Nadal escuchaba con atención a su rival en la final. Luego, en los vídeos marcadores de Roland Garros fueron difundiendo las imágenes de sus 10 títulos. Después, su tío Toni Nadal le entregaba una réplica de la Copa de los Mosqueteros, que ya se queda en propiedad. «Has jugado dos semanas increíbles, felicidades Wawrinka, has hecho un gran torneo», comentó Nadal.

«Es realmente difícil describir lo que siento ahora mismo, es algo muy, muy, muy especial», confesó Nadal. «Siempre estaréis en mi corazón. Gracias, familia, gracias equipo, gracias aficionados, gracias a todos. Y especialmente a mi tío, ha trabajado muy duro con él durante muchos años, ha ganado diez trofeos conmigo. Sin él no habría ganado ninguno de los diez», recalcó.

Su amigo Carlos Moyà, incorporado a su equipo de entrenadores al principio de esta temporada, también estaba orgulloso del cambio y el trabajo culminado ayer en París. «Es uno de los tres mejores jugadores de la historia. La diferencia con otros es la calidad de su tenis y su ambición. Se ha adaptado al tenis moderno, donde es prioritario pegar más fuerte y ser más rápido».

A sus 31 años y con los títulos conseguidos pocos tenistas habrían hecho la reinmersión de Nadal. Pero el mallorquín tiene un gen especial y único. «Trabajar y trabajar con humildad para mejorar», ha sido el consejo permanente de su tío Toni Nadal desde que comenzó a entrenarle. No hay más secretos. Y eso es lo que ha hecho siempre Nadal para evolucionar tenísticamente y salir de las crisis y lesiones que le han acompañado en su carrera.