Pocas cosas hay claras en el día del inicio del Mundial de atletismo de París. A pesar de ser un deporte encorsetado por las estadísticas, esta vez las sorpresas pueden saltar en cualquier momento, casi en cualquier prueba. El año preolímpico ha hecho que algunas figuras se hayan cogido un respiro en el 2003. Algunas ni siquiera están en París. Si a ello se añade el relevo generacional que se está produciendo y el hecho de que el campeonato --en su novena edición, justo 20 años después del primero, el de 1983 en Helsinki-- se celebra justamente en Francia (un país caracterizado por su cruzada contra el dopaje), tendremos el escenario casi exacto en el que se va a desarrollar una competición repleta de incógnitas e incertidumbre.

AUSENCIA DESTACADA

Marion Jones, la mujer más rápida del mundo, se tomó este ejercicio preolímpico como un paréntesis deportivo y una exaltación personal y acaba de tener un hijo, Tim júnior, con el hombre presuntamente más rápido del mundo, Tim Montgomery. El plusmarquista mundial de 100 metros (9.78 segundos) sí correrá en París, pero su rendimiento es toda una incógnita después de sus malas actuaciones estivales, que él achaca a una intoxicación sufrida al comer unos cacahuetes en mal estado. Al otro lado de su calle, en condiciones normales, Tim debería encontrarse con su compatriota Maurice Greene (EEUU), el triple campeón mundial, que tampoco anda demasiado fino en las últimas fechas.

Esa es la tónica del año en muchas de las figuras. Algunas, como la británica Paula Radcliffe (plusmarquista mundial de maratón) y la alemana Heike Drechsler, de 38 años, (la única superviviente de Helsinki-83, donde ya fue campeona en longitud) no han podido acudir a París, debido a lesiones. Otras, como el marroquí Brahim Bulami (plusmarquista mundial de 3.000 obstáculos), el español Alberto García (5.000) y la brasileña Maurren Maggi-Higa (mejor marca del año en longitud), no están por otros motivos, enfrascados en la lucha para demostrar su inocencia en casos positivos de dopaje.

El último capítulo de ausencias hay que achacarlo, sencillamente, a las retiradas más o menos explícitas. Es el caso de la campeona olímpica de 400 metros, la australiana Cathy Freeman, y de la excampeona del mundo de la distancia, la francesa Marie-Jose Pérec, que han dejado la vuelta entera a la pista en manos de la mexicana Ana Guevara, invicta los dos últimos años.

La prueba femeninas de 400 metros es uno de los pocos casos en que se detecta un pronóstico claro. Quizá el marroquí Hicham el Guerruj, que busca su cuarto título mundial consecutivo en 1.500 metros, se podría equiparar al caso de Guevara en cuanto a favoritismo diáfano. Pero en las demás pruebas habrá que sudar sangre para llevarse los 60.000 dólares destinados al campeón.

VETERANIA DORADA

El relevo generacional también cuenta. El discóbolo alemán Lars Riedel persigue, a los 36 años, el sexto título, lo que le equiparía con el único que los tiene, el pertiguista ya retirado Serguei Bubka. Pero Riedel no llega con la mejor marca del año, como tampoco lo ha hecho Iván Pedroso, de 30 años, que persigue su quinto título seguido en longitud.