La semana pasada, coincidiendo con la visita del Menorca Basquet, se habló mucho de la dificultad que entrañaba el partido. Muchos aficionados y medios de comunicación llegaron a decir que era un partido perdible y que la derrota entraba dentro de una lógica asumible. Desde el punto de vista del jugador, al igual que nunca hay que relajarse y dar un partido por ganado antes de jugarlo (ganar sin bajarse del autobús), tampoco se puede bajar los brazos y dar un partido por perdido sin llegar a competirlo, incluso cuando la entidad del rival al que te enfrentas es claramente superior a la tuya. Asumir que un partido es perdible antes de jugarlo es dar el primer paso hacia una derrota segura. Está claro que en el baloncesto, como deporte de competición, perder es una de las dos variables en cuanto a resultado. Pero igual de cierto es que hay que competir, trabajar y darlo todo en cada partido independientemente del resultado final. Una vez concluido el partido se podrá valorar si la derrota (en el caso de que se produzca) entra dentro de una cierta lógica y su efecto de cara a los objetivos, pero siempre después de haberlo dado todo y haber competido al 100% de tus posibilidades.

Un buen ejemplo lo tenemos en nuestro equipo que, enrabietado por las derrotas en Axarquía y Melilla, se olvidó del rival que tenía enfrente y su magnitud para centrarse en competir al máximo nivel haciendo trabajar al rival si quería llevarse algo positivo del Multiusos. Así se consiguió una importante victoria en un partido en el que muchos daban como segura una nueva derrota, gracias al trabajo y a la fe en el triunfo que demostraron los miembros del equipo.