Unas veces es taquillero. Otras, vende papeletas para la rifa. Si hay que ayudar en el bar, lo hace. Si hay que arremangarse para adecentar el campo, también. Es Joaquín Espada, presidente del Trujillo, pero también cualquiera de la decena de directivos de la entidad trujillana, un club humilde, casi familiar, que avanza gracias al esfuerzo diario de un grupo de ‘locos’ amantes del fútbol modesto.

Con la mochila cargada de ilusión, Joaquín Espada asumió hace mes y medio la presidencia del Trujillo, que abandonó Ángel Barquero por motivos laborales. Tiene 42 años y trabaja en Talleres Cordel, donde se encarga de la contabilidad y también de la venta de vehículos. Apasionado del fútbol humilde --«es el que me gusta, incluso más que el de Primera»--, formaba parte de la directiva desde junio, aunque ya había formado parte de otros equipos directivos en etapas anteriores.

Llegó para hacerse cargo de la captación de socios y, analizando los resultados, su labor ha sido un éxito. «De 80 abonados la pasada temporada (en Primera Extremeña) hemos pasado a casi 250 entre particulares y empresas», cuenta orgulloso. En su juventud fue futbolista, «de los malos», recuerda, y hasta hace dos o tres años jugaba en una liga comarcas de fútbol 7. Además de presidente del Trujillo, es socio del Villanovense, también su hijo de 14 años («mi mujer es de Villanueva», dice).

Esta es una semana «especial», reconoce, pues el domingo (12.00 horas) les visita el Cacereño. «Será un gran día. La última vez que el Trujillo estuvo en Tercera, en la campaña 1994-1995, el Cacereño estaba en Segunda B y no nos enfrentamos», cuenta Espada. Hay que irse a la temporada 1944-45 para encontrar el anterior precedente (0-5 a favor de los visitantes).

Todos tendrán que pasar por taquilla, tanto socios (4 euros) como no socios (8). Un club humilde como el Trujillo tiene puestas «muchas expectativas», pues además de lo que se recaude en taquilla esperan sacar también «algo más» de otros conceptos, como la rifa, el bar... «Algo que nos permita tirar para adelante un mes más», dice el dirigente.

Las dificultades del día a día del Trujillo son muchas, tanto en lo institucional como en la deportivo, pero la ilusión que desprende Joaquín Espada y su grupo de directivos --que lo eligieron por unanimidad cuando Barquero anunció su dimisión-- es capaz de hacer frente a todo. En lo deportivo el curso está siendo de «notable», haciendo frente incluso a lesiones que merman mucho el equipo.

El domingo pasado, en Don Benito, el entrenador Nacho Lobo se llevó a once futbolistas más tres ‘tocados’ para el banquillo. Aunque cuenta con una amplia cantera, no pudo contar con ningún juvenil, pues las Escuelas Municipales del ayuntamiento, que es quien la gestiona, decidió no ceder a ninguno, un problema habitual en el día a día del club.

Pero nada merma las ganas de Joaquín, que recuerda que la última vez que el Trujillo estuvo en Tercera acabó con 21 puntos y ahora, cuando se han jugado 15 jornadas, ya tiene 18. Eso sí, que nadie se despiste, «la permanencia es el único objetivo». ¿Por qué? «Porque Trujillo se lo merece».