El protagonista, Ignacio Casillas Santillana (Cáceres, 9-1-1986), dice que no sabe si fue «el destino o la suerte» los que hizo que un viejo amigo de su época universitaria, de nombre Pablo, viera en una red social unas fotos de una visita suya a Zielona Góra, «donde mi novia vivía y estudiaba con una Beca Erasmus», y que le escribiera para ofrecerse por si necesitaba algo en Varsovia, la capital polaca, donde trabajaba entonces.

«…Y aquí llevo ya 10 meses», zanja de todo aquello y pasado el tiempo, Casillas, deportivamente portero del AZS Univewersytet Warazwski, club de fútbol sala polaco, académicamente ingeniero técnico y civil y laboralmente trabajador de la multinacional americana Nielsen, que es especialista en estudios de mercado.

El cacereño, histórico ex del AD Extremadura, Forma Cáceres, Cáceres FS y Uex Malpartida, todos ellos referencia del fútbol sala regional, además de contar con medallas nacionales como meta de la selección extremeña, cuenta que con su sueldo durante años en el Servicio de Deportes de la Uex (Safyde) «no podía empezar mi vida independiente» y que decidió buscar una ocupación en Polonia, aunque todo coincidió con la vuelta de su novia, Ana, a España.

«Trabajar aquí de ingeniero es imposible en un primer momento, puesto que yo no sabía polaco y es imprescindible para poder hablar con peones y albañiles, que no hablan ni pizca de inglés», cuenta. Por eso ahora se ha quedado allí, «muy feliz» con su doble ocupación del deporte y su empresa. «Nunca pensé que podría disfrutar como he disfrutado este año con el fútbol sala. Llegúe aquí con la firme y decidida intención de comenzar una sólida carrera laboral, sin fecha de vuelta, sin prisas y con pasos muy seguros, meditados,

El ‘otro’ Casillas

Y el emigrante extremeño saluda que todo le vaya bien. «Lo que no esperaba era que también en el aspecto quizás menos importante, el ocioso, las cosas igualmente iban a marchar tan bien», relata este joven que ya ha sido protagonista de un amplio reportaje en la prensa del país, con la ‘excusa’ de su apellido, el mismo que el mítico exportero del Real Madrid.

Y es que, en efecto: su experiencia está siendo gozosa, pese a que Polonia sea «diferente» por su historia, «que ha marcado a fuego esa mentalidad tansuya, tan pesimista y recelosa».

Y todo esto, trasladado a su vivencia personalísima, lo explica así de gráficamente el protagonista. «Según entré por la puerta, todas las miradas se posaron en mí. ¿Quién será este tío?, se preguntarían. Por supuesto el color de mi piel no ayudaba mucho. No entré con buen pie. Los primeros juegos con balón eran muy diferentes, muy físicos. Mala cosa, dije. Pero al final… el fútbol sala es fútbol sala en España, en Polonia o en la China. Y debajo de una portería yo siempre me encuentro muy bien. No hubo mucho más para ellos. Me sorprendió porque cuando acabé el entrenamiento me estaba esperando el director ejecutivo del club, Jakub Mikuski, con los papeles preparados para firmar mi compromiso y que no me pudiera ir a ningún otro club».

Ignacio Casillas, quien también ha colaborado en años anteriores para El Periódico Extremadura escribiendo del fútbol sala regional, cuenta con entusiasmo: «desde ese día todo han sido cosas buenas», con matices. «Quizá nos ha faltado el ascenso a Ekstraklasa, sí, que era el principal objetivo del club esta temporada. Pero cuando las cosas se tuercen es difícil volverlas a poner rectas. Muchas lesiones, algunos malos partidos… no hemos cumplido y es una pena. Sin duda, teníamos el mejor equipo de la categoría. Se nos ha escapado una oportunidad de oro».

Asegura el ingeniero-meta extremeño que el fútbol sala polaco estaba evolucionando bastante. «Hay muchos patrocinadores invirtiendo dinero y se están creando escuelas de formación. Lo quieren usar como proyección para el fútbol, pero también para que cada niño después decida su camino. Tiene sentido viendo cómo son aquí los inviernos… ¿dónde mejor que en un pabellón, con la que cae fuera?».

Dos ‘ligas’

En su categoría hay dos ligas diferenciadas: las de los equipos con base ‘semiprofesional’, con un fútbol sala «más mediterráneo», explica, «y los que aún usan la táctica del pívot y haz lo que puedas». El objetivo será subir, es evidente, para la próxima temporada. Se espera que no pae lo mismo que en ésta, en la que llegaron a tener cinco puntos de ventaja sobre el segundo.

En cuanto a lo estrictamente personal como integrante de la plantilla del club, «estoy muy feliz», afirma. «El entrenador confía muchísimo en mí y me considera parte esencial en el proyecto. Más no puedo pedir. Los medios están dando difusión al equipo a través de algo curioso como lo de que haya otro Casillas en Varsovia, y yo estoy encantando. Fue muy grato cuando el periódico más importante del país dedicó esa página entera a hablar de mi historia. Mis compañeros de trabajo no se lo podían creer. Sabían que jugaba en un equipo, pero no que eso pudiera tener repercusión».

Lo más duro es el invierno, como es lógico, según reconoce. «Justo cuando regresé de las vacaciones de Navidad, había -19 en la calle. Parecía un muñeco Michelín, no podía moverme. Los entrenamientos son a las 21.00 horas, pero la noche cae a las 14.30, así que ya se puede imaginar la gente. Tienes las sensación de que son las tres de la mañana».

Y así es la vida de un jugador de fútbol sala extremeño, nada al uso, en Varsovia, una ciudad tranquila de 2.5 millones de habitantes donde se vive con «mucha paz», dice el propio Ignacio Casillas. «De momento no tengo fecha de vuelta», asegura este deportista pasional y apasionado de lo suyo. Vive solo, aunque espera que su novia esté con él desde el próximo mes de septiembre. Ya tiene su «grupete de amigos» con los que se reúne para cenar o ver fútbol. No puede ser de otra forma.

«Aunque aquí hacen mucha vida con sus parejas porque se casan muy jóvenes, quedamos muy a menudo para hacer cenas o ver el fútbol. También que en el equipo tenemos un portugués y un chaval de Tayikistán», remata su relato Casillas.