Cuando el pelotón decide darse una tregua en una subida tan maja como el Collado Bermejo, conocido como la cima Marco Pantani, por la exhibición que allí dio el inolvidable Pirata del Adriático, es que algo ocurre. ¿Miedo? ¿Cansancio? ¿La maldita moda de no atacar nadie en una cumbre lejana? Un poco de todo. Pero lo real es que hay cierto temor a la dureza que esconde la trilogía de etapas de montaña que los ciclistas de la Vuelta deben afrontar a partir de mañana (Velafique, Sierra Nevada y la Pandera, todas en Andalucía). El día de hoy se reserva para la segunda jornada de reposo de la ronda española, en Almería. Tal vez, como si fuera por supervivencia, como si se tratase de una lucha por la vida , al más puro estilo de la trilogía más famosa de Pío Baroja.

No se recuerda en una ronda por etapas, llámese Tour, Giro o Vuelta, tres etapas seguidas de alta montaña con final en alto. Casi se podría decir que es lo nunca visto, una apuesta de la ronda española por el espectáculo, de viernes a domingo, los días generalmente que hay más aficionados en las cunetas y más espectadores ante el televisor. Pero, realmente, hasta da un poco de miedo.

En el nuevo ciclismo prima la cordura, ya nadie cree que existan los locos capaces de todo, de jugar con su cuerpo con tal de exhibirse y demostrar que son los mejores. Por eso, lamentablemente, en alguna de las tres jornadas andaluzas quizá se apueste por el conservadurismo exhibido ayer en la jornada en la que Alejandro Valverde se despidió de sus paisanos murcianos como líder de la Vuelta. Hasta tuvo el honor de que Miguel Induráin le impusiera el jersey dorado en el podio de Caravaca de la Cruz, ciudad que se prepara para que el 2010 sea año santo y de peregrinación por estas tierras valverdistas.

SIN SUERTE PARA FREIRE Quiso Oscar Freire que su hijo Marcos lo viera triunfar en Caravaca de la Cruz. Sigue en la Vuelta porque no acaba de encontrar el punto de forma ideal para convencerse de que puede asaltar el cuarto jersey arco-iris como campeón del mundo. Lo intentó, llegó a estar en posición ventajosa, casi a verse al frente de un pelotón lanzado a 60 kilómetros por hora. Pero quedaban aún 100 metros para la línea de llegada. En el último suspiro lo superaron y se dejó ir, sin esprintar. Solo pudo ser noveno, en la victoria del velocista estadounidense Tyler Farrar, que manifestó que esta victoria compensa sus esfuerzos porque "llevo toda la temporada luchando por ganar una etapa en una gran vuelta".

Freire lamentó el esfuerzo que tuvo que hacer en el segundo puerto para entrar en el pelotón. "Eso se paga", dijo.