El italiano Alessandro Petacchi, del Fassa Bortolo, hizo honor a su condición de mejor esprinter del mundo e impuso su ley adjudicándose la tercera etapa de la Vuelta, disputada entre Córdoba y Puertollano, la más corta, con 153 kilómetros, en la que el australiano Bradley McGee conservó el maillot oro.

Petacchi, de 31 años, volvió a ser el más rápido después de su ausencia en el Tour de Francia y demostró que su preparación para intentar el asalto al maillot arco-iris en el Mundial de Madrid marcha viento en popa. En la primera oportunidad fue muy superior a sus grandes rivales, el alemán Erik Zabel, el belga Tom Boonen y el noruego Thor Hushovd, que hubieron de ceder ante el poderío del ciclista de La Spezia, quien marcó un tiempo de 3h.48.40.

El calor fue un enorme castigo para los corredores a lo largo de todo el viaje, con temperaturas superiores a los 40 grados, pero no un obstáculo para que Petacchi alcanzara su primera victoria en la presente edición y la número 13 de la Vuelta, adonde ha llegado con el objetivo de preparar la cita de Madrid. El 25 de septiembre será el día D.

"Que haya ganado no significa que esté al cien por ciento. Aún me falta ritmo y debo mejorar mucho", dijo el ganador de la Milán-San Remo, quien admitió que "nunca había ganado con tanto calor".

La etapa que cubrió la transición entre Andalucía y La Mancha hasta llegar al final inédito de Puertollano, cumplió el guión marcado, incluso con el pronóstico y no varió la clasificación general, en la que el australiano Bradley McGee se hizo fuerte con la prenda dorada. Juan Antonio Flecha (Fassa), tercero, figura como primer español, con el italiano Bertagnolli en la segunda plaza.

INFRUCTUOSO Pocos fueron los valientes que desafiaron al fuego que incidía a plomo en el asfalto. Muchos intentos al principio pero sin resultados. Hubo que esperar a que uno de los guerrilleros del Comunidad Valenciana, Javier Pascual Rodríguez, se lanzara en el kilómetro 70 a una expedición en solitario.

El corredor leonés animó la carrera. Se convirtió en una especie de Quijote por las llanuras de la provincia de Ciudad Real. Abrió hueco, hasta 4 minutos de renta máxima, pero los equipos de los esprinters no iban a conceder otro día al azar.

En el km 128 Llorente optó por refrescarse la cabeza como si de una ducha se tratase y esperó al grupo. Se acabó sufrir en solitario. Empezó la parte decisiva de la carrera, aunque no exenta de algún efímero despegue, como el que protagonizó durante un puñado de kms el alemán del Gerolsteiner Thomas Ziegler.

A 10 kms de meta el tren blanquiazul del Fassa tomó cartas en el asunto y ahí se gestó el dulce desenlace para Petacchi.