Michael Phelps engrandeció ayer aún más su palmarés en estos Juegos al imponerse en la final de los 100 mariposa con una actuación extraordinaria. Fue su quinto oro, el cuarto individual. Su séptima medalla total. Y también su despedida formal de Atenas. Hoy acudirá a la piscina, pero no lo hará para nadar.

En una decisión que no todo el mundo entenderá, el campeón estadounidense se sentará en la grada para ver la final del relevo 4x100 estilos en la que EEUU es favorita. Phelps ayudó ayer al equipo a clasificarse al nadar en las series y, según las normas de la FINA, le contará también la medalla en caso de que los estadounidenses suban al podio, aunque para alguien que pretende hacer historia no es la mejor forma de acabar.

El joven renunció a competir en el relevo del 4x100 estilos, tras una reunión con los entrenadores, aunque una de las plazas era suya tras superar en la final de los 100 mariposa a su compatriota Ian Crocker, campeón del mundo en Barcelona. Phelps dio, incluso, su particular explicación sobre el tema. "Hemos decidido dar la oportunidad a Ian (Crocker) de competir. Eddy Reese (el seleccionador estadounidense) sabe que tiene que hacer el mejor relevo posible.Vinimos como un equipo y nos iremos como un equipo", afirmó.

Seguramente, en su decisión también influyó el cansancio, tanto como la generosidad malentendida. Phelps es un atleta que se ha vaciado en las últimas horas, tanto física como emocionalmente, tras nadar 16 pruebas en el plazo de una semana.