Los mecánicos treparon como monos a la verja que separaba el muro de la pista. Querían homenajear a Fernando Alonso y deseaban hacerlo como se merece: desde las alturas. Su héroe saludó puño en alto, agitando su mano prodigiosa. Era una forma como otra cualquiera de decir: "¡Lo logramos!".

Alonso parece haber agotado ya, a los 22 años, la capacidad de sorpresa de su entorno. "Es tan listo, tanto, que tenía pensada al milímetro la forma en que arrancaría, sabía cómo superar a Button y asustar a Montoya antes de llegar a la primera curva", comentaba con la boca pequeña su mánager, Adrián Campos, siempre atento a todo.

Alonso arrancó tan maravillosamente que la capacidad de reacción de Montoya y Button fue muy limitada. Es más, al colombiano le cedió con enorme listeza la parte sucia de la pista para que, tal y como ocurrió al llegar la primera curva, en caso de pretender apurar la frenada se viese obligado a abrirse tanto, tanto, que el asturiano se colaría con suma facilidad. En ese momento, Flavio Briatore y Pat Symonds, jefazos de Renault, apretaron los dientes en el muro, convencidos de que el muchacho había logrado el primer objetivo: adelantar hasta llegar a los Ferrari.

El lamento de Williams

"Sabía que Fernando podía lograrlo. No porque crea ciegamente en él, que sí, sino porque tiene una habilidad brutal, innata, para sorprender en las salidas", confesaba el playboy Briatore mientras el ingeniero miraba los paneles de control, los preparadores físicos del equipo, Eduardo y Frabizio, chocaban sus puños, y Patrizia Spinelli, la responsable de prensa del equipo, temía lo peor: la presencia masiva de periodistas españoles en su box, esas gentes "agresivas y desordenadas", según sus palabras, que descontrolan su vida.

Pero ya se sabe que quien tiene a Alonso tiene una fortuna y un problema a la vez. El muchacho acaba de convertirse en el chico de moda del Mundial y lleva camino de ser el nombre que aparezca en cuantas entrevistas se realicen a los mandamases del circo. Ayer, poco antes de la carrera, cuando un periodista de Il Giornale le preguntó a Frank Williams si había decidido ya el sustituto de Montoya, que a finales de año se irá a McLaren, respondió que era muy difícil.

"Schumacher es muy feliz en Ferrari, Barrichello acaba de renovar por los de Maranello, Raikkonen no va a moverse de McLaren y Alonso tiene contrato en vigor con Renault".

Puede que la última exhibición del asturiano le abriese aún más los ojos a Williams. Como se los debió de abrir a Sydmonds el segundo por vuelta que Alonso sacó a su compañero Jarno Trulli, que, dicen, ha de ser su referencia al correr con idéntico coche. Sydmonds criticó hace días la poca pasión que Alonso pone en los ensayos y el asturiano le replicó diciendo: "Ronaldo no se entrena igual que un muchacho de Segunda División". Dio a entender que él es un goleador, un ganador, una estrella que gana cuando hay que ganar, que la enchufa a la primera. Es evidente que Alonso va para Pichichi del Mundial.

Tampoco Michael Schumacher pudo escapar a la alonsomanía que ha inundado la F-1. Cuando le preguntaron por el español, dijo que posee un buen coche, un gran futuro y, mirándole de reojo, musitó: "Y, como piloto, no está mal, ¿verdad?". Verdad. Para completar la broma, después de preguntarle a Fernando cuantas paradas había hecho --"¿Tres? Igual que nosotros", le dijo camino del podio el alemán--, Schumi quiso conocer el truco de su fabulosa salida. "Dime la verdad, a mí me lo puedes decir. Sigues con el cambio automático, ¿no?". Y ambos rieron.