CACERES 2016: Tomás Bellas (6), Chus Poves (9), Lucio Angulo (15), Juan Sanguino (10), Diego Guaita (6) --cinco inicial-- Rod Brown (12), Dan Cage (6), Mantas Ruiks (18), Mario Tejeda (0), Miguel Guillén (0).

LECHE RIO BREOGAN: Dani López (24), Alberto Corbacho (20), Andrea Pecile (8), Roberto Morentín (12), Brian Cusworth (11) --cinco inicial-- Nacho Ordín (1), José Luis Fernández (5), Javier Román (1), Beitinho (3).

MARCADOR POR CUARTOS: 22-24, 34-44 (descanso), 60-66 y 82-85.

ARBITROS: Mohedas y Bey. Eliminados: Poves (m. 34), Cage (m. 40) y Cusworth (m. 40).

El plebiscito lo ganó el Cáceres 2016. El partido, por contra, lo perdió la plaza referencia del baloncesto extremeño. Fue ante el Breogán (82-85). Mera anécdota. Lo que realmente se dilucidaba, por pura importancia, era lo primero. El mayoritario al trabajo de todo el año votado por la grada fue la prueba de que la supervivencia del proyecto debe ser toda una realidad irrefutable, que la ciudad está con su club y que el debate sobre si la inversión pública es rentable en entidades de este corte queda cercenado por la contundencia de los hechos.

La mayoría de los 3.000 fieles que durante todo el año han sustentado con su presencia y ánimo al equipo fueron a despedir al Cáceres en un duelo en el que no se jugaba nada. Primera prueba de que este equipo de baloncesto, al menos en la ciudad a la que representa, es un valor seguro. La sensación agridulce de saber que no se ha podido alcanzar el play off de ascenso, que era el objetivo, pero que al mismo tiempo el público, al final, reconociera el trabajo, es la otra parte de la demostración palmaria de que estamos ante un fenómeno que, cuando menos y por méritos propios, ha de seguir alimentado.

ENTREGA TOTAL El partido fue la viva imagen de lo que ha sido el último tercio de la temporada, con un grupo entregado a la causa pese a que las limitaciones de jugadores han adquirido tintes crueles. No ha sido un milagro jugar como han jugado y perder como han perdido, dando la cara siempre y con opciones hasta el final, pero sí ha sido meritorio ver cómo han gestionado todos --desde el entrenador hasta el último jugador-- un epílogo emotivo, reconocido por los fieles.

Esfuerzos como el de ayer merecen que esto siga muy vivo. ¿Qué hubiera ocurrido con Panadero, Simien y Moss? Al menos, el play off estaría asegurado y la temporada se hubiera alargado pero, visto lo visto, el balance será siempre positivo.

Merece la pena seguir por ver actuaciones de los rivales, como la de Dani López, un exjugador del Cáceres en la LEB hace justamente cinco años del que no se explica qué hace que no juega en la Liga ACB.

Merece la pena ver espectáculos vibrantes como el protagonizado ayer por dos equipos que buscaban la victoria con denuedo sin nada que dilucidar para sus respectivas clasificaciones finales. Al final ganaron los gallegos, que dominaron durante más tiempo el electrónico, pero que bien pudieron hacerlo los extremeños guiados por un particular espíritu competitivo a agradecer en estos tiempos.

Acaba la competición con imágenes como las que ofreció, durante casi todo el año, un tipo llamado Lucio Angulo que pelea por cada balón como si fuera un junior y que pone su oficio al servicio de un grupo. O las de Tomás Bellas, al que no entró el triple final que hubiera igualado el choque, pero que ha demostrado un talento incuestionable que puede seguir aprovechándose y disfrutándose.

¡Cáceres, Cáceres!, gritaba la grada al final, que no se despistó ni siquiera por la polémica del último minuto generada por el arbitraje. Eso tampoco era lo realmente importante. El resultado de la consulta popular fue mayoritariamente a favor del espectáculo. Y que siga por mucho tiempo más este bien necesario para un buen puñado de gente al que les gusta el deporte.