Seis victorias y once derrotas, decimocuartos en la clasificación. La situación no es aún desesperada en el único representante extremeño en la Liga LEB, pero sí preocupante. De hecho, sus movimientos en el mercado --unos voluntarios y otros obligados-- demuestran que algo no está funcionando en el Plasencia, que sigue mezclando una terrible contundencia defensiva con minutos y minutos de desacierto ofensivo. En una competición como esa conviene no descuidarse: los rivales directos --alguno de los cuales estaba hace poco en la ACB-- tienen más facilidades para reforzarse. Además, esta temporada no ha quedado ningún rezagado, por lo que se intuye que escapar de la quema --el último baja directamente y penúltimo y antepenúltimo juegan un play-off -- durará hasta el último partido.