Durante los últimos meses, la actualidad de varios clubs importantes de nuestra comunidad ha pasado por las penurias económicas por las que atraviesann.

Las dificultades han sido especialmente dolorosas para históricos como el Cáceres o el Extremadura. Es complicado convivir con la incógnita que supone no poder pagar a los jugadores mensualmente. Así han tenido que estar durante muchos meses --en el caso del Cáceres, con el antiguo y el nuevo club--, con la permanente soga al cuello.

El problema es especialmente delicado cuando pasan los meses y las soluciones no llegan. Aunque los deportistas apelen a su profesionalidad, dejar de percibir los sueldos durante un tiempo influye decisivamente en el rendimiento de éstos. Los nervios hacen mella en ellos y en sus familias y todo se hace más difícil. Tiene razón Javier Clemente cuando recuerda que el fútbol profesional está dirigido por aficionados y que sus decisiones tienen más trascendencia de lo que parecen.

La historia está llena de impagos y en el futuro seguirán produciéndose. Es consustancial al deporte de alto nivel. Por eso, los directivos, sean aficionados o profesionales, no deben confeccionar sus presupuestos sin antes no contar con qué se tiene. Pero, claro, luego está el otro factor: los seguidores exigen resultados y éstos se consiguen amparados, muchas veces, en la inversión... con lo que no se tiene.