Entrenador de baloncesto

El viejo pabellón del colegio San Antonio, conocido por sus alumnos como el poli ya no acogerá más partidos de baloncesto cuando hoy termine la final infantil de Extremadura. Aún me parece cerca en el tiempo cuando decíamos en casa que íbamos a misa de 12 y media de Pacífico y nos metíamos en el poli , donde jugaban los juveniles. Entonces, el padre Echevarría, txapela y bota en ristre, nos agarraba a los más pequeños para que manipularamos el marcador, cuyos números de madera eran más grandes que nosotros mismos.

Desde ese marcador vimos las grandes rivalidades regionales, los tonis contra el San José de Villafranca, dirigido por Balta , y la grada entera gritándole "¡siéntate, siéntate!"; los tonis contra el Doncel; los tonis contra el ya más moderno Cáceres... Y siempre en el banquillo antoniano, quien más tiempo pasó en este pabellón: Agusti Valiente, con quien los tonis fueron lo máximo aquí y uno de los grandes en España. Ciertamente, es un bonito guiño a la historia del basket en Cáceres que el técnico que vaya a dirigir el último choque de los tonis en este pabellón sea Charly, hijo de Agusti.

Y nuestros héroes, aquellos chicos vestidos de negro y rojo: Enrique Fernández, Miguel Angel Reyes, Ñete Bohigas, su hermano Carlos, los Jiménez Contreras, Diego Peña, Javi Burgos, Nando Vicario... Jugadores de una técnica individual portentosa. Sólo algunos de ellos hicieron del baloncesto su forma de vida, pero todos ellos y muchos de los que los veíamos tendremos este deporte siempre muy adentro y estará siempre asociado en nuestros corazones al duro y sucio suelo del poli , al frío de las entrenos de invierno y a la pasión colegial de sábados y domingos por la mañana.

Cuando hoy el Padre Felipe, alma mater de toda esta historia, cierre la pesada puerta de hierro del poli se habrá terminado de escribir una de las paginas más hermosas del deporte de la canasta en Cáceres. Y esto es una gran noticia, porque hoy, en tiempos que los hados fantasean con dejarnos sin basket, ese cierre nos lleva a que el nuevo San Antonio abre con más pistas de baloncesto, con un pabellón moderno y enorme y con una montonera de chavales dispuestos a apasionarse cada tarde de entrenamiento y cada sábado de partido.