Puede que Raikkonen gane las cinco carreras que restan, pero ya sabe que llevará subido a su chepa a Fernando Alonso hasta la misma muralla china del último gran premio. Ni siquiera Montoya parece capaz de colocarse entre los dos protagonistas de la temporada y eso es lo único que necesita el asturiano.

Todo hacía pensar que el nuevo circuito de Estambul se estrenaría con un doblete de McLaren, pero el colombiano se tocó con el portugués Monteiro a dos vueltas del final y sirvió en bandeja el segundo puesto al ovetense. 24 puntos de ventaja y cinco carreras para el final. A Fernando le bastan tres terceros, un cuarto y un quinto si su rival lo gana todo. Las cuentas cuadran.

A TOPE "Llevo un auténtico misil", reconoció Kimi antes de la carrera. Lo corroboró Pedro de la Rosa: "Tenemos un superpepino". Todo estaba preparado para que McLaren lograra un doblete en Estambul cinco años después de aquel ya lejano GP de Austria 2000. Realmente es lo que el equipo inglés precisa para recortar diferencias con Alonso o luchar, al menos, por el título de constructores. Es también para lo que trabajan día y noche en la sede de Woking en la búsqueda de un coche aún más rápido y, sobre todo, más fiable.

Y, realmente, lo tenían en la mano hasta dos vueltas de final. Alonso, sin coche para otra cosa que esperar acontecimientos, marchaba en tercera posición cuando encontró con un regalo inesperado. Juan Pablo Montoya se dispuso a doblar a Monteiro al final de la recta de meta. Lo hizo por el lado malo y, rebasado el Jordan, se metió hacia la trayectoria buena para tomar la primera curva, pero apuró en exceso la frenada y el portugués, que debía haber facilitado el adelantamiento, le tocó por detrás lanzándole hacia la escapatoria.

DAÑOS En la maniobra perdió toda la ventaja con Alonso y dañó el difusor, la pieza aerodinámica situada bajo el suelo del monoplaza. La pequeña avería le mandó a la grava en la curva ocho, la más rápida y larga del trazado turco. Cuando regresó a la pista, el Renault del asturiano ya le había sobrepasado.

Ni Montoya ni Fisichella aguantan una comparación con sus compañeros de equipo. Son dos grandes pilotos, pero al lado de Fernando y Kimi descubren todas sus carencias. El italiano arrancó muy bien desde el segundo puesto de la parrilla, por la parte sucia, y adelantó al finlandés en la primera curva, pero no supo mantener el liderato ni una vuelta. Se pasó en la curva 11 y Raikkonen lo despachó en la frenada de la 12, en el mejor lugar del circuito para adelantar, justo cuando Fernando Alonso intentaba rebasar al finlandés. Fisichella chafó la maniobra de su compañero, cedió la cabeza y perdió cualquier opción de correr por libre. "Si voy primero, lucharé por ganar. Si va primero Kimi, ayudaré a Fernando", dijo el sábado.

Las instrucciones por radio sobraban pero, aún así, llegaron.

"Alonso va más rápido; adelantamiento", dijeron desde el box. Y el ovetense rebasó a su compañero en la segunda vuelta, también en la curva 12. Todo parecía decidido hasta el final. Alonso y Fisichella seguían el ritmo de Raikkonen en las primeras vueltas por una sola razón, habían cargado poco combustible para calificar arriba y librarse de los BAR y Toyota durante la salida y el primer tercio de carrera. Montoya, cuarto, lo sabía muy bien, y esperó a los repostajes para colocarse segundo.

Los Renault pararon en las vueltas 12 y 14; los McLaren, 10 después. Montoya regresó justo delante de Alonso. Pero el asturiano tenía la opción de presionar al colombiano y lo hizo de la mejor manera: a lo campeón.