Otro habría dicho que cuando pedaleaba camino de Pau, a por su primera victoria en el Tour, tras cuatro intentos fallidos, sólo pensaba en la gloria, en hacer un poco de historia, en comenzar a sentir que su nombre sonaba. Pero Oscar Pereiro consiguió ayer el segundo triunfo español en el Tour del 2005 motivándose durante la etapa de una forma bien distinta. Sólo se decía a sí mismo que si ganaba percibiría la prima pactada con su equipo y de esta manera podría pagar el flamante todoterreno que se acaba de comprar.

Poderoso caballero es don dinero. Poderosas fueron las causas que le sirvieron a Pereiro para cargarse de razones y conseguir el séptimo triunfo español en Pau, donde su mentor, el hombre que lo convirtió en profesional, Alvaro Pino, sólo pudo ser segundo, al igual que hizo ayer Xabier Zandio, un muchachote de Navarra que corre en el Illes Balears y que con pundonor está sorprendiendo por su rendimiento. Pereiro se autoconvenció de que era mejor pelear por triunfos de etapa que buscar una posición honorífica en la general del Tour. "Quería quedar entre los 10 primeros, pero desde el primer día me di cuenta de que otros muchos pensaban igual y que todos no podíamos pelear por lo mismo". Por eso pidió permiso a sus jefes, a John Lelangue, cuyo padre fue director de Eddy Merckx, y a Juan Fernández, quien sustituyó el pasado invierno a Pino, tras ser destituido después de los escándalos por dopaje de Tyler Hamilton y Santi Pérez que se registraron en la formación suiza durante la última Vuelta a España.

Lo intentó en Courchevel, el día que ganó Alejandro Valverde. Allí cometió su primer error. A Pereiro le gusta tirar y odia que otros lo hagan por él. No soporta ir a rueda. Pero tanto derroche lo pagó en las primeras cuestas de la cumbre alpina.

CAIDA EN LA MADELAINE A la jornada siguiente se fugó en La Madelaine y se dio un trompazo de padre y señor mío durante el descenso. "Es que soy un poco bruto bajando. Por eso María, mi mujer, apaga la tele en cuanto empiezan las bajadas", dijo el ciclista que ayer le dedicó el triunfo a ella, que está embarazada.

Lejos de serenarse volvió a fugarse el domingo, en la etapa reina que acabó en Saint-Lary y que cruzó buena parte de los Pirineos. Otro nuevo error quedó apuntado en su historial. Venga tirar de los demás, y venga todos a aprovecharse de su trabajo.

Se formó la fuga y al final sólo le aguantó el más listo, George Hincapie, quien lo batió en los metros finales. Pereiro se tuvo que conformar con la segunda posición. Pero nadie se acuerda de los que quedan segundos. Ayer se tomó cumplida revancha de la afrenta y en la llegada fue el más fuerte de todos. Y el premio que se llevó nadie más que él lo había peleado. Seguro. Y, mientras tanto, lo de siempre: Armstrong, sin problemas, camino de su séptimo Tour, con más suficiencia de la prevista.