Salim Sdiri no tenía buenos presentimientos la noche del viernes en Roma. El saltador de longitud francés, de origen tunecino, tenía razones para estar inquieto.

Sdiri, de 28 años y medalla de bronce en los últimos Europeos en pista cubierta, participaba en la Golden Gala, tercera prueba puntuable para la Liga de Oro (el circuito que reúne a las seis mejores competiciones de un día de la temporada), en busca de la marca mínima (8,20 metros) para los Mundiales de Osaka (Japón) de finales de agosto. Desde el momento en que comenzó a competir en el Estadio Olímpico, notó que algo no funcionaba bien. El concurso de jabalina había iniciado su calentamiento y algunos de los lanzamientos aterrizaban peligrosamente.

"No estaba tranquilo. Había comenzado nuestro concurso y los lanzadores de jabalina estaban calentando", explicó después de un accidente que podía haberse convertido en tragedia. "Las jabalinas no caían lejos de nosotros y yo llegué a imaginar que una de ella se clavaría en mi pie". Se equivocó. No fue en el pie.

Susto mayúsculo

Fue en el costado derecho. El finlandés Tero Pitkamaki, uno de los mejores jabalinistas mundiales, tropezó ligeramente en uno de sus lanzamientos y el dardo se desvió a su izquierda. Sdiri estaba de espaldas, cerca del banco de donde se había levantado para preparar un salto. El proyectil voló por delante del italiano Andrew Howe que, sobresaltado, vio como se clavaba en la espalda del saltador francés. Tras unas décimas de segundo de desconcierto y pasmo, cayó al suelo, Howe acudió en su ayuda y, al retirarle la jabalina clavada en el costado, la sangre comenzó a brotar. Sdiri vivió para contarlo, pero quizá en el futuro alguien no lo pueda hacer.

La jabalina solo penetró cuatro centímetros en el cuerpo del atleta francés y no le afectó ningún órgano vital. Tres horas después de ser ingresado, regresó al hotel de los atletas, después de que los médicos cosieran la herida. Ayer seguía en observación en Roma.

"Aquí hay un problema y espero que lo tengan en cuenta", aseguró Sdiri, aún asustado. No es la primera vez que los lanzamientos (especialmente disco, martillo y jabalina, los que recorren más metros) provocan accidentes, no siempre imputables a los lanzadores.