Contra todas las apariencias, Usain Bolt no construyó el estratosférico récord de los 100 metros (9,58) en su explosiva arrancada, sino en los últimos diez metros de una carrera prodigiosa en la que un ser humano alcanzó por primera vez los 45 kilómetros/hora de velocidad punta. Con respecto a su triunfo olímpico de hace un año en Pekín (9,69), pasó algo más lento a los 30 metros, corrió un poco más rápido en el segmento intermedio y pulverizó la plusmarca en un tramo final fabuloso. El récord se sitúa ahora donde debió quedar hace un año si no hubiese desperdiciado los últimos 30 metros en aquella celebración exultante pero perniciosa.

Los primeros 60 metros,calcados a Pekín

Recuerden: Pekín, 16 de agosto de 2008. No está Tyson Gay en pista. Sin rivales, Bolt parece volar. Y vuela durante 73 metros, hasta que corta el gas, abre los brazos, se golpea el pecho y enloquece hasta aterrizar sobre la meta en 9,69, zapatilla izquierda desabrochada. ¿Qué cambia en un año? Que Gay corre a su lado y corre como nunca, como lo que es: el segundo hombre más veloz de la historia. Bolt reacciona mejor al disparo en Berlín que en Pekín: 144 milésimas por 165, pero eso es irrelevante como se comprueba al paso de los 30 metros, donde tiene una merma de una centésima con respecto de Pekín (3,79 por 3,78 entonces). ¿Algo va mal? En absoluto. Simplemente, no es cierto que Bolt haya mejorado su puesta en acción con respecto al año pasado, cuando ya era excepcional.

Los siguientes 30 metros son prácticamente un calco de los de la final olímpica, salvo porque a esas alturas ha invertido las tornas y cubre los 60 una centésima más rápido que hace un año: 6,31 contra 6,32. Así que a media carrera hay un empate técnico respecto de Pekín aunque no debemos obviar que Bolt está destrozando el récord mundial indoor de la distancia que posee Mo Greene en 6,39, justo el crono que marca Gay en Berlín. Bolt está viajando por encima de los 43 Km/h, con una amplitud media de zancada de 2,44 metros y una frecuencia media de 4,28 zancadas/segundos, parámetros que superan los de Pekín (2,42 y 4,25). Y lo mejor está por llegar.

Lanzado a 45 Km/hpara romper otro muro

Entre los 60 y los 70 metros de la recta berlinesa, Usain Bolt alcanza la mayor velocidad a la que jamás ha corrido un humano con viento legal: 45 kilómetros por hora, 12,5 metros/segundo, un relámpago negro. En 80 centésimas exactas cubre esos 10 metros y ahí empieza a romper ese otro muro de Berlín, pues lo encadena con el siguiente tramo en 81 centésimas (a 44,44 Km/h) y ya cruza los 80 metros con cuatro centésimas sobre su anterior récord (7,92 contra 7,96). Y sigue, desmelenado y sin celebraciones. Cuando el resto de los esprinters mundiales sufren una desaceleración brutal a causa del desgaste neuromuscular, Bolt continúa a más de 43 Km/h y en esos últimos 20 metros destruye la plusmarca. Si en Pekín los recorrió en 1,73, en Berlín los vuela en 1,66, siete centésimas menos, clave absoluta de este récord extraterrestre.

Una centésima de ventaja en los primeros 50 metros corridos en 23 zancadas; 10 centésimas mejor en los segundos 50 metros corridos en 18 zancadas, he ahí el resumen de este prodigio. Y un último tramo de 10 metros (del 90 al 100) recorrido en 83 centésimas, siete menos que en la cita olímpica de Pekín, el dato decisivo para la plusmarca.

Aún puede mejorarotra décima: 9,49

Cinco metros de ventaja sobre el Carl Lewis de Los Angeles-84; 12 metros sobre el Jesse Owens de Berlín-36, ¿dónde está el límite de Bolt? Ya dijimos hace un año que probablemente en 9.49, 10 centésimas menos. ¿Dónde puede arañarlas? En tres parámetros: 1) Dos centésimas en los primeros 30 metros; 2) Otras dos en los últimos 20 metros; 3) Y seis más con un viento favorable de 2 m/s a unos 600 metros de altitud. Ahí está el límite. Su amplitud media en los segundos 50 metros ya ha tocado techo: 2,78 metros por zancada. Pero el secreto será mejorar la frecuencia lanzada, que fue de 4,4 zancadas/segundo. Y que Gay esté siempre ahí, pinchándole, muy cerca para llevarle al límite.