Nadie sabe, y menos ahora, qué ocurrirá con el mítico y popular Dakar, el evento deportivo que, por su originalidad, espectacularidad y por su habilidosa situación en el calendario deportivo (cuando se corre el Dakar no se disputa ninguna otra gran competición deportiva) atrae la atención de millones de aficionados y telespectadores de todo el mundo durante los primeros 15 días del año.

Es evidente que, como ha reconocido Carlos Sainz, bicampeón del mundo de rallys y último ganador de la Copa FIA de raids, "esta suspensión puede sentar un peligroso precedente". A 5 de enero del 2008, el Dakar-2009 no tiene visos de disputarse en Africa, aunque hay expertos en la materia que aseguran que Túnez, Libia y Egipto podrían albergarlo con mayor seguridad que otros países africanos.

PENSANDO EN EL 2009 Es evidente que ASO (Amaury Sport Organisation), propietaria del evento, ya está estudiando continentes alternativos. "Sé que están pensando en llevar el rally a la antigua Europa del Este, a Suramérica o, incluso, a la inmensa Asia, pero ya no será lo mismo, seguro", comentaba en el día de ayer Marc Coma (KTM), ganador en motos del 2006 y gran favorito de la edición que se acaba de suspender.

"Pueden estar seguros de que esto no es nuestro final", les decía ayer Etienne Lavigne, director del rally, a los cientos de participantes que escucharon, atónitos, su anuncio de suspensión. "El Dakar discurre por territorios de aventura, tenemos que proponer una aventura similar al Dakar al conjunto de sus apasionados. Mañana mismo nos pondremos a preparar la edición del 2009".

"El Dakar seguirá, por supuesto, ¡claro que seguirá!", exclamó ayer Bernard Laporte, secretario de Deportes del Gobierno francés. "ASO ha tenido mucho coraje al suspender la edición de este año a solo dos días de arrancar la carrera --añadió--. El popular y atractivo Dakar es patrimonio de los franceses y de los africanos y seguirá vivo. Lo que lamento es el gran perjuicio económico que esta suspensión supone para todos. Es un auténtico desastre y lo sé".

El desastre económico se antoja, en estos momentos, incalculable. Los equipos necesitan miles y miles de euros para preparar sus vehículos, organizar las asistencias, montar sus estructuras, pagar las inscripciones y entrenarse meses antes de que dé comienzo la competición.

SIN RECOMPENSA ALGUNA En un porcentaje muy pequeño de los 550 participantes, esos gastos corren a cargo de fábricas oficiales. La mayoría lo sufraga con patrocinadores a los que se les recompensa con buenos resultados o bien con apariciones en los medios de comunicación. Suspendida la prueba, no hay retorno posible.