Cacereño: René; Palero, Gonzalo (min. 81, Rives), Mario Carrizosa, Dani Gómez; David Rocha (min. 66, Carlos), Lolo, Manolo, Juanín (min. 46, Onega); Luismi y Mauri.

Real Madrid Castilla: Jesús, Carvajal, Goni, Juanan, Nacho; Mendi, Juanfran, Alex, Juan Carlos (min. 65, Denis), Joselu (min. 88, Pablo Gil) y Sarabia (min. 77, Javi).

Gol: 0-1-Min. 30: Sarabia.

Arbitro: Figueroa Vázquez. Mal, sin criterio para la ley de la ventaja y con fallos de apreciación muy importantes. Tarjetas amarillas a los locales Dani Gómez, Carrizosa, Rocha y Juanín y a los visitantes Nacho, Goni, Mendi, Joselu y Sarabia.

Incidencias: Alrededor de 3.500 espectadores en el estadio Príncipe Felipe. Terreno de juego en lamentable estado, como suele ser habitual.

Manolo no es culpable de que Luismi o Rocha se topen con el portero rival cuando el gol está cerca. Tampoco lo es cuando tiene que ordenar fórmulas para armar juego y lo tiene que hacer teniendo en cuenta que sus futbolistas se enfrentan a un ´campo de patatas´ (léase terreno del Príncipe Felipe). Algunos en el Cacereño ya señalan con el dedo al exfutbolista, a modo de chivo expiatorio. Se equivocan, pese a las cifras: seis puntos, dos goles a favor y, desde ayer, tras la derrota ante el Real Madrid Castilla (0-1), últimos.

Los incondicionales del Cacereño sí tienen razón cuando piden más. Manolo hizo muchos goles (fue Pichichi de Primera en el año 92), pero ya no puede hacerlos, sin duda para su disgusto. Entonces tenía 27 años. Ahora tiene 45, es entrenador y dirige un puñado de jugadores que hacen lo que pueden, que tienen sus carencias y que no aciertan con la portería contraria. Y es que se ha instalado la psicosis del gol en el estadio. No hay manera de subsanar el problema --grave, por otra parte-- y las urgencias pesan.

GOLAZO Otros factores no ayudan. Es más, entorpecen el objetivo de manera casi sumaria. Por ejemplo, que el rival, el Castilla, te haga un tanto de la manera más inopinada: un zurdo (Sarabia) la coló por la escuadra con la derecha en lo que sería el resultado final. O que un árbitro ignore la expulsión de dos jugadores blancos, uno de ellos el portero, por coger el balón fuera del área.

Todos estos condicionantes afligieron al Cacereño y su hinchada, por lo demás ayer muy numerosa, una parte de la cual se rindió antes de tiempo, cuando pitó a los futbolistas cuando estos estaban poniéndolo todo y, lo que es peor, tenían opciones de, al menos, empatar.

Fue un partido, en fin, desigual, marcado, como siempre, por el calamitoso estado del terreno de juego. El Cacereño dominó más en el primer acto, con unos sensacionales Manolo, Palero, Lolo y Gonzalo y con un Luismi incisivo. Con Sergio en la grada en una decisión del técnico, esta sí, de dudosa practicidad, las opciones ofensivas son muy limitadas, sobre todo porque Mauri esté peleado con el gol. Como todos.

En el minuto 30, el primer acercamiento blanco (¿y estos son los chicos a los que tiene que mimar Mourinho?) se tradujo en el espectacular tanto de Sarabia. Antes del descanso (min. 43), el meta Jesús recogió el balón con la mano fuera del área. El árbitro ignoró la infracción y a otra cosa.

En el segundo acto, quiero y no puedo local. Onega, el revulsivo, lo intentó por dos bandas. Con Rocha fundido, el Cacereño es mucho menos Cacereño. Aun así, el capitán se soltó un zapatazo que paró Jesús en bonito escorzo. Por allí no aparecía nadie en los filiales blancos: ni el ´Galgo de Boadilla´, Juan Carlos, que hace justo una semana debutaba con el primer equipo, ni nadie más. Tampoco lo necesitaba el Castilla. Luismi, solo, no supo definir (min. 76) y la desesperada salida de Rives (un defensa) para intentar emular a Piqué no resultó.

El Cacereño estaba perdido ya, aunque en su descargo cabría subrayar que puso el alma. La psicosis del gol le afecta, y mucho. Pero Manolo, hay que recordar, ya está retirado. No puede meter la puntera, ni aparecer por sorpresa. Lo deben hacer otros.