Cheste ha acogido durante tres días los primeros ensayos del Mundial-2010 de F-1, dicen que el campeonato más disputado de las últimas décadas, no solo por la presencia de cuatro campeones del mundo (Michael Schumacher, Fernando Alonso, Lewis Hamilton y Jenson Button) sino por el hecho de que las nuevas reglas igualarán la competición.

Una cosa esta clara: Ferrari hará bien en acostumbrarse a la grandeza de Fernando Alonso. Ayer, en Cheste, la mítica scuderia que ha sido capaz de convivir durante años con el ídolo mundial, Schumi, no estuvo a la altura de los 300 periodistas acreditados y, sobre todo, de la expectación que el bicampeón español desató en su bautismo con los rojos del Banco de Santander. Hasta Emilio Botin haría bien en tomar buena nota del caos que sobrevino al equipo de Maranello, incapaz de organzar una conferencia de prensa decente.

Cheste, con 36.400 espectadores, que pagaron cinco euros por entrada, fue el escenario donde Alonso le demostró a Ferrari que han fichado algo más que un piloto. Han contratado a un ídolo de masas, que la semana que viene provocará idéntica locura en Jerez y, a finales de mes, puede llenar Montmeló.