Me cuentan que la asamblea del tenis de mesa extremeño fue un acontecimiento sonrojante y, desde luego, carente de cualquier espíritu deportivo. Desde hace varios meses, la federación está bajo sospecha y las protestas de la mayoría de los clubs han degenerado en episodios como el que se dio el pasado sábado. Al final, hubo incluso agresiones físicas. Pero, con ser esto lamentable, lo peor puede estar en las propias cuentas. No tengo papeles que demuestren cuál de las dos de las partes tiene razón, pero sí es evidente que algo falla. Dicen que son casi 60.000 euros (diez millones de pesetas) los que pueden faltar de la caja de la territorial. Teniendo en cuenta que es la Junta de Extremadura la que debe velar sobre el buen destino del dinero público que todos aportamos al deporte, me tomo la molestia de pedir a la Junta que intente clarificar qué ha ocurrido y dónde está el dinero. Que evite que se den puñetazos es más difícil, pero más intrascendente.