CACEREÑO: Chico, Antonio, Javi, Nacho, Liberal, Morato, Juan Ramón (min. 70, Tinín), Joaquín (min. 57, Alberto), Lolo (min. 80, José Manuel), Fran y Tete (min. 86, Agustín).

ALCORCON: Alberto, España (min. 46, Ruso), Garrido, Mata, Dani (min. 71, Cristóbal), Héctor, Isra (min. 64, Quico), Millán, Rafa (nin. 64, Quico), Néstor (min y Jorge.

GOLES: 0-1-Min. 32: España. 1-1-Min. 75: Fran.

ARBITRO: González Encinas. Regular. Tarjetas a los visitantes Mata, Dani, Isra y roja directa a Néstor (min. 35). Dos amarillas y roja a Guly (min. 57). Roja directa al local Nacho (min. 35).

El Cacereño tiene futuro. Al menos, si se tiene en cuenta lo que se vio ayer en la Ciudad Deportiva en el encuentro de División de Honor de juveniles. El empate final (1-1) hizo justicia en el duelo ante el Alcorcón, en una mañana adornada por el notable espectáculo futbolístico que dieron tanto extremeños como madrileños.

Ver tocar el balón a Fran, el 10 cacereño, muy semejante física y técnicamente al colombiano Valderrama; disfrutar de la rapidez y el talento del extremo Tete o advertir la fortaleza del lateral Antonio, por poner tres ejemplos puntuales, bien vale la pena y la afición cacereña se lo está perdiendo, quizá porque en el club no hayan vendido la opción de asistir a partidos de este calibre.

En muchas ocasiones, parece que el fútbol que practican estos jóvenes es por momentos superior, como mínimo, al que se practica en la mismísima Segunda B. Fue un choque muy intenso, demasiado quizá, tanto que hubo tres expulsiones (dos a los visitantes y una a los locales), que tuvo un mayor dominio de los verdes, que disfrutaron de muchas ocasiones para haber vencido, pero que se vieron obtusos de cara al gol. Sí se adelantó el Alcorcón merced a un tanto muy bello en el tramo final del primer acto.

El segundo tiempo se vivió entre una emoción considerable, con las continuas intentonas del cuadro de Sergio, que no supo concluir hasta que faltaban 15 minutos, en un mano a mano bien resuelto con el talento de Fran.

Tuvo también el Alcorcón, con nueve y a la contra, algunas ocasiones pintiparadas para haberse llevado los tres puntos, pero no se vio recompensado en los metros finales por la contundencia de la zaga local.

El partido derivó en un continuo asedio cacereño hacia el portal de Alberto. Los cambios no surtieron el efecto deseado, pese a que los intentos fueron constantes. El Alcorcón, alentado desde la grada por una decena de ruidosos incondicionales, se limitó a defenderse con todas las armas posibles y dio por bueno un resultado que, dadas las circunstancias, les supo a gloria.