Feliciano López pudo lucir su arte taurino dando capotazos con una toalla blanca y brindando desde el centro de Las Ventas como si hubiera cortado las dos orejas y el rabo. Acababa de ganar el último punto, ya con la eliminatoria decidida, ante el estadounidense Sam Querrey por 7-6 (7-3) y 7-6 (7-4). Sus compañeros de equipo le animaban a que se luciera y mostrara su maestría al capote. Junto a él, Rafael Nadal, Fernando Verdasco, David Ferrer y Emilio Sánchez celebraban el triunfo y se daban un baño de multitudes en una plaza que les cantaba "toreros, toreros".

Todos decidieron esperar a finalizar el último partido para festejarlo con el público. "Ha sido un fin de semana inolvidable. Estamos en la final gracias a vosotros", les dijo feliz Nadal. Ferrer les prometió volver a Madrid "para celebrarlo con vosotros que habéis estado geniales", mientras Verdasco se disculpó "por no haberlo rematado ayer" y agradeció a Nadal su victoria definitiva. "Tenemos al número uno y así es fácil", dijo más que satisfecho.

Nadal sonreía. No quería protagonismo. Su ilusión era compartir ese momento con todo el equipo y por eso esperó hasta el final. En los vestuarios lo festejaron antes de que Feli entrara en la pista. Corearon los nombres de cada uno, de los entrenadores, del médico, de Emilio Sánchez e incluso cantaron "¡Yueséi, yueséi!", cuando el equipo americano acudió a felicitarles.

"Los americanos han demostrado su fair play y han redondeado una gran fiesta. Rafa ha jugado un partidazo", decía Jaime Lissavetsky, secretario de Estado para el Deporte, que acompañó a la ministra de Cultura, Mercedes Cabrera, para felicitar a los jugadores. Antes lo había hecho de forma más fría con Pedro Muñoz, presidente de la Federación Española, al margen de la fiesta.

Orgullo de capitán

Emilio Sánchez no podía ocultar su euforia por el triunfo. Se sentía radiante. "Ha sido una eliminatoria dura y muy trabajada. El primer día fue fundamental por las victorias y hoy Rafa ha dado una lección. No daba crédito a lo que hacía en la pista. Ha sido impresionante. Quería ganar cada punto. Ha sido un ejemplo para todos. En el único juego que ha fallado se ha sentado en el cambio y me ha pedido disculpas", decía con rostro de admiración el capitán español. "Me siento afortunado por disponer de jugadores excepcionales, pero Rafa es la bomba y un ejemplo para los demás", decía orgulloso tras alcanzar la final. "Nos da igual el rival que tengamos en la final. Que nos pongan la pista que quieran. Seremos competitivos en cualquier circunstancia. Si nos ponen en hierba tenemos al campeón de Wimbledon. En tierra no somos mancos y de las cuatro últimas eliminatorias hemos ganado tres fuera", valoraba.

Para Emilio Sánchez, la próxima final (21 al 23 de noviembre) podría ser la última en la que dirija al equipo tras los problemas surgidos con la federación por su apoyo a los jugadores. Por eso quería saborearlo. "Para el año que viene falta mucho. La gente del equipo sabe lo que haré. Pero tengo suficiente con lo que he vivido en Madrid".

España ha superado en Madrid y en altitud, el gran temor inicial, al actual campeón. Ayer técnicos y jugadores admitían la dificultad de conseguirlo. "Nosotros sabíamos los problemas que tendríamos en altura y se ha visto. El resultado podía haber sido muy diferente, pero por suerte hoy la lluvia ha compensado esas dificultades", explicaba Nadal, que ya pensaba en la final que se jugará una semana después de la Copa Masters de Shanghái y que le impedirá descansar. "Una semana más de esfuerzo ya no importa con el año que he pasado. Estoy muy feliz y me parece increíble acabarlo jugando la final de la Davis".