Sin ánimo de aguar fiesta alguna, sería conveniente analizar la doble situación que vive el Spiuk y que podría desembocar en un final escasamente gratificante y muy peligroso para el deporte extremeño. Si por una parte tenemos que la escuadra zafrense está sorprendiendo a propios y extraños con su rutilante, y mediático, inicio de temporada y, por otra, conocemos que no hay copatrocinador que ayude de forma importante al patrón alavés, el desenlace parece previsible. Llegará el momento que se canse el vitoriano y se lleve, cansado de clamar en el desierto, su dinero y su equipo, al País Vasco. Y estará en su derecho. Quien avisa...

*Periodista.